Poesía para Clotilde Román. Mi única estrella. Y mi único Sol.
Súbita querella
Súbito ardor elocuente, de mil estrellas
para mi diurna clave, todas mis querellas:
Veo tu rosa abrirse, y el perfume de doncellas
queda atrás, en la noche; aun de las más bellas.
Haces, de mí, noche estrellada
que tu Canto y fortuna con tus versos
brilla al alba desnuda, de tu hallada
sombra de mi Amor: cabellos tersos…
Ooh, Torre despiadada! Flechas mi corazón
con un arquero de Luna. Tu sonrisa es la Prisión,
y tu corazón fortuna. Que mi endeble pasión,
de ultimado poeta, canta en tu corazón
con la endiablada Saeta. Bebo el cáliz de tu nombre,
por donde frecuenta la noche, mi pordiosero reproche
de Soñador hasta el fin… Me siento el hombre
Más afortunado de la Tierra, porque he visto tu noche
Desafiarme con decenas, de privanzas en las venas,
de Mazmorras de abriles, y Septiembre encadenados,
a tus ojos Letrados, de belleza sofocados,
en mi cielo de laureles, eres la rosa que drenas,
los suspiros en mis venas, de tu ósculo llamados,
contentando las arenas, con tu belleza impregnada
de flores en la almohada; de labios, que encadenados,
buscan ser Enamorados, Ooh de ti, Enamorados!
No cesaré de escribirte, ni fecundar a la Rosa
que su virtud golosa, no frecuentaba primero
el acierto del velero, que en un vigor de acero,
a los mares intuía, cual porcelana gozosa…
Porque eres tú mi Rosa! Y de ti, cada espina
no la celebro marina, en tu boca coralina,
de mi enramada virtud: porque separa la harina,
de este pan que me abrasa, cual silencio de tu fina
Y enamorada sentina, de pronombres sofocados,
y en la virtud, mirados: con el nombre en tu virtud,
porque de ti enamorado, estoy. Cual almendros ultrajados,
en la boca de tus fresas, animalando mi Sud,
Cual la belleza que entrona, y de plegarias, aroma,
busca en ti febril la poma, ante rotunda esmeralda,
desafiando de tu falda, la mirada que rescalda,
ultimando mi flaqueza, con sórdida redoma…
Ante ti, soy el niño, que desafió su martirio,
para encontrar su delirio, en tu joven beatitud.
Y dejarás de ser joven, y dejaré de ser niño,
pero el ósculo concilio, de tu belleza y virtud,
puebla mis alas de goce, puebla mis oros de arrojo,
anclando en ti mi ojo, y mis labios, senectud
llegará sin la Odisea, pero mi púrpura despojo,
de las flores de tus ojos, nutrirán mi esclavitud…
Clotilde, eres la Mayor Poeta, de mi corazón salvado,
por tus ojos de Saeta, a tu virtud, Coronado.
Súbita querella
Súbito ardor elocuente, de mil estrellas
para mi diurna clave, todas mis querellas:
Veo tu rosa abrirse, y el perfume de doncellas
queda atrás, en la noche; aun de las más bellas.
Haces, de mí, noche estrellada
que tu Canto y fortuna con tus versos
brilla al alba desnuda, de tu hallada
sombra de mi Amor: cabellos tersos…
Ooh, Torre despiadada! Flechas mi corazón
con un arquero de Luna. Tu sonrisa es la Prisión,
y tu corazón fortuna. Que mi endeble pasión,
de ultimado poeta, canta en tu corazón
con la endiablada Saeta. Bebo el cáliz de tu nombre,
por donde frecuenta la noche, mi pordiosero reproche
de Soñador hasta el fin… Me siento el hombre
Más afortunado de la Tierra, porque he visto tu noche
Desafiarme con decenas, de privanzas en las venas,
de Mazmorras de abriles, y Septiembre encadenados,
a tus ojos Letrados, de belleza sofocados,
en mi cielo de laureles, eres la rosa que drenas,
los suspiros en mis venas, de tu ósculo llamados,
contentando las arenas, con tu belleza impregnada
de flores en la almohada; de labios, que encadenados,
buscan ser Enamorados, Ooh de ti, Enamorados!
No cesaré de escribirte, ni fecundar a la Rosa
que su virtud golosa, no frecuentaba primero
el acierto del velero, que en un vigor de acero,
a los mares intuía, cual porcelana gozosa…
Porque eres tú mi Rosa! Y de ti, cada espina
no la celebro marina, en tu boca coralina,
de mi enramada virtud: porque separa la harina,
de este pan que me abrasa, cual silencio de tu fina
Y enamorada sentina, de pronombres sofocados,
y en la virtud, mirados: con el nombre en tu virtud,
porque de ti enamorado, estoy. Cual almendros ultrajados,
en la boca de tus fresas, animalando mi Sud,
Cual la belleza que entrona, y de plegarias, aroma,
busca en ti febril la poma, ante rotunda esmeralda,
desafiando de tu falda, la mirada que rescalda,
ultimando mi flaqueza, con sórdida redoma…
Ante ti, soy el niño, que desafió su martirio,
para encontrar su delirio, en tu joven beatitud.
Y dejarás de ser joven, y dejaré de ser niño,
pero el ósculo concilio, de tu belleza y virtud,
puebla mis alas de goce, puebla mis oros de arrojo,
anclando en ti mi ojo, y mis labios, senectud
llegará sin la Odisea, pero mi púrpura despojo,
de las flores de tus ojos, nutrirán mi esclavitud…
Clotilde, eres la Mayor Poeta, de mi corazón salvado,
por tus ojos de Saeta, a tu virtud, Coronado.
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