Al oído de una música serena

Al oído de una música serena

Tormenta de nieve, frío polar, desnuda brisa,
tarde que hiela en el ardor de una bufanda
cortina en viento, nevó, pasó sumisa
aquélla clara distinción donde ella anda…
Privada suma, helada hueste, canción helada
sobre la horma de tu pan, tan calentito,
bastión, migaja, ardor, prurito
nunca la nada abrió en mi panza, bocanada…

Enero ríe, mayo congela; atisbo de color
que el manto exuda; voz ya tardía,
nadie te acuda, sentir en el dolor
de mi sangre, que me ardía…
Frío en las venas, tarde moría
ya mi bebé no amamantaba sin la pena:
la dura queja, el dolor sería
mi sombra en el amor, de única arena…

Alzo una mano, mi brazo congelado
no tiene ya calor que el calor tira,
mi rostro blanco, la nieve gira:
la porcelana de mi cuerpo, mi bebé amado…
Todo lo dejo, muero en asfalto,
nunca te dejé, sin mi amor muerto:
nadie a mi lado, sólo un asalto
de ver mi amor en un clavel incierto…

Oigo otra pena, ya no es el viento…
es una voz que vive en el lamento…