Cita sin nadie
En el tridente de mis soledades
sangraron peces sin dolor alguno,
hojas molidas en un gran silencio
y ocasos como plumas de la propia muerte.
No es que quisiera atravesar tu olvido,
ni menos mi costado, ya bastante frágil,
pero los dedos no detienen mi arma
y ésta se clava en el dolor que tengo,
ésta domina el espesor del mundo
y rasga el sinsabor de todos los regazos,
deglute la esperanza con falsos dientes de humo
y escupe los pedazos que el alma no tolera.
Entro en la luna del que a pie camina,
por los corredores del caído cielo,
guardo unas alas que llamé ternura
y ningún rastro cierto del sol del futuro.
Arden las copas en que bebo el miedo,
en las que vacío el mar de mi tristeza,
es un batallón el polvo que revuelvo
por no reiterar del tedio las noticias.
No sé qué pensarás, tanto no supe,
que un nuevo fracasar no me sorprende,
que un nuevo dar contigo para verte
de espaldas y hacia el mar no me consuela,
que estás como quien parte, sin guitarra,
como en un ataúd, cubierto por tus huesos,
dispuesto ya a seguir sin escucharme,
dispuesto a que me vaya, sin que sepas
ni siquiera que lo pensé, pero que ya no vine.
http://fuerteyfeliz.bligoo.cl/
13 03 15
En el tridente de mis soledades
sangraron peces sin dolor alguno,
hojas molidas en un gran silencio
y ocasos como plumas de la propia muerte.
No es que quisiera atravesar tu olvido,
ni menos mi costado, ya bastante frágil,
pero los dedos no detienen mi arma
y ésta se clava en el dolor que tengo,
ésta domina el espesor del mundo
y rasga el sinsabor de todos los regazos,
deglute la esperanza con falsos dientes de humo
y escupe los pedazos que el alma no tolera.
Entro en la luna del que a pie camina,
por los corredores del caído cielo,
guardo unas alas que llamé ternura
y ningún rastro cierto del sol del futuro.
Arden las copas en que bebo el miedo,
en las que vacío el mar de mi tristeza,
es un batallón el polvo que revuelvo
por no reiterar del tedio las noticias.
No sé qué pensarás, tanto no supe,
que un nuevo fracasar no me sorprende,
que un nuevo dar contigo para verte
de espaldas y hacia el mar no me consuela,
que estás como quien parte, sin guitarra,
como en un ataúd, cubierto por tus huesos,
dispuesto ya a seguir sin escucharme,
dispuesto a que me vaya, sin que sepas
ni siquiera que lo pensé, pero que ya no vine.
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