Goza el delirio de mi voz, goza el delirio
voz de pantera sobre la muerte acicalada,
sombra primera de mi vïentre, robo frágil, la endecha austera de mi ancla, mi vaivén.
Muda si muere, sobre el cepo de la aurora, sombra no hiere
si mi acecho tanto encara, sobre la muerte de mi sombra, en la mañana
sobre lo cano, sobre el despecho se intercala…
Mi amor no rige, si aquél desnudo de mi sombra, se vuelve ego así en lo adusto
noche frágil,
sobre el almendro de mi claustro voz imprime
no mi destello, no mi sombra, me redime…
Mi voz es muerte de mi sombra sobre el alba,
mi sombra es alba de mi muerte, en mi batalla
en mí no halla de volumen sombra rala,
vituperando el océano que calla…
Mi sola endecha vuelve frágil la mañana,
tan no de adentro, mi coturno se desplaza
sobre la nieve de mi nieve el verso halla
sobre la sombra de mi sombra, en la mañana…
Mi voz es claustro, vendaval de una botella,
nace el ahínco en mi velamen entrecruza
la sola alcuza de mi vïentre entre la mella
de mi botella enclaustrada en la mañana…
Mi voz es lirio, vendaval de sombras mudas
todo el acierto en minerales extravíos,
la sola endecha de mi sombra en luces gemelas
sobre lo cïego de mi dulce, de mis muelas…
Mi voz es cierta cuando ríe donde halla
la jovial pena sostenida en mi muralla,
de mí levanto mi silencio, sombra emana
y corcovëa de mi aliento la mañana…
Sobre la huella lo nefasto y doloroso
es el cardumen entre mi estero y no la espuma
de mis dos alas carcomiendo voces brunas
sobre el empello de mi valla, de mis dunas…
Tan del aljibe el sólo almendro, da muralla
y panacea al verbo ágil que denota
mi sólo ahínco al verde mar que me derrota
sobre lo caro y cuneiforme, de mi talla…
Voces se alindan con el claustro, sólo dieran su Querube
tan del martirio en voces trémulas, lo callan,
de sólo cielo a mi velamen, sino hallan
en mi vertiente, en mí la noche, sombras callan…
Luces y esteros sobre pïedras en la hiedra,
de mi voz tacha aquél desmedro su cubierta, mi voz fanal, sobre la endecha si no abierta,
tan luz la mácula, el destello no se halla…
En mi destierro, la pantera entronizada
hace la mella de mi vïentre en mi silencio
muda si apena aquél baluarte donde holgada,
muda mi amada, aquél dolor del desconcierto…
Mi voz es trémula, mi sombra, la mañana
la voz esgrime no mi duna, el desacierto
de mi solemne trago frío al descubierto,
sobre la endecha clara, que no ha muerto.
Voces plañidas sobre el estro, a la mañana
no mi silencio, mi cardumen hecho grana…
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