Un hombre llamado Adán

Un hombre llamado Adán

Señor, este soy, señor,
ni más pedazo que el menos,
ni más malo que los buenos
ni más desierto que flor.
Soy hijo de mi rigor
ni más entero que el todo,
diametralmente a mi modo
y algo más por quien espero,
honesto con quien yo quiero
y libre de mi acomodo.

Nací por allá, extranjero
de las penas y maldades,
lleno de ríos, ciudades
y de un cielo limpio y vero.
Cínicamente sincero
y endiabladamente lodo,
de aquel barro en que me acodo
busco mi imagen hacer
y en semejanza volver
con mi hermano, codo a codo.

Fui expulsado, bien lo sabes,
con mi árbol del bien y el mal,
mi mujer se volvió sal
y forjé diez leyes graves.
Hombres, animales y aves
hice subir en el arca,
la cruz me dejó una marca
que no han curado los años,
más bien crecieron los años,
más bien mi llanto es la charca.

Y al que diga que fue justo,
le digo que es justo el tiro,
que mata mientras respiro,
que muere, mas no a mi gusto.
Y es que al dolor no me ajusto,
menos a darlo por bueno,
vinimos a un mundo pleno,
a ser felices, no esclavos
y al que diga que hay tres clavos
tres marcas llevo y sereno.

Ni vine ni he de quedarme,
todo es pasar y a pedazos,
los años son nuestros pasos,
la conciencia es mi gendarme.
Señor, si nadie ha de amarme,
di a todos que yo los amo,
no tengo queja o reclamo,
pues en ser quien soy me basta,
el resto es mi humana casta
y un cielo por el que clamo.

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