Digan lo que digan
Decían que te amaba, lo decían
por envidia de ver que sólo a ti te hablaba,
que seguía esa luz de tus pasos por la calle,
esa flor de tu piel en el perfume de mis brazos,
esa forma de dos que se devoran y recrean.
Decían que te amaba por celosos,
porque era gris la vida nuevamente,
las misma sopa que servir, el mismo jefe,
enloquecido después de que su mujer se fue con otra
y de que su secretaria se fue con otro
(este si es hombre, le dijo en su carta de renuncia).
Decían que te amaba los cobardes,
los que permiten otra vez que la injusticia predomine,
que un niño muera de hambre, que los árboles
se vuelvan aserrín para la mesa de los ricos
y un lagrimón de plomo entre las nubes y los ríos que se asfixian.
Decían que te amaba los ministros,
esos que nunca se interesaron ciertamente en nada,
ni en mejorar las cosas de sus pueblos oprimidos
ni en salvar el planeta de la debacle inminente,
sólo arreglos para el álbum y coimas ancestrales
para seguir después con el disfraz que a nadie engaña.
Decían que te amaba los amores
que todo compartían con nosotros,
las calles sin más prisa, los veranos
en la orilla del mar o echados tras la siesta,
los que nos comprendían desde el primer beso
hasta la ocupación de las pequeñas crisis diarias,
sabían que el amor no es cosa permanente,
pero sabían que en su frágil estructura
podían empezar cada vez el mismo amor día tras día.
“Ya no te amo, ayer ya te lo dije,
y es que hoy te amo y es eso lo único que nos importa”
Así decían que te amé, que nos amamos,
y es que no saben que aún mi pecho es tuyo,
que aún en la ciudad, llena de envidia,
de celos, de cobardes, de dignatarios de la nada,
de amantes sin amor y de amores sin quien los ame,
yo sobrevivo, yo, que desde entonces te amo,
y que vine aquí a corregir a los que pasan por la plaza.
Decían que te amaba, yo digo que te amo,
con los mismos salpicones de verdura por cena,
con la misma taza de té con leche en las mañanas
y la misma seducción de dormir juntos y abrazados,
con el mismo fervor del perro que, apaleado,
no olvidará jamás lo que aprendió de tus caricias.
Te dirán que te amaba, y lo dirás tú mismo,
y agregarás ya no te amo, déjate de tonterías.
Sólo entonces callaré, pero no porque te crea,
sino porque si este amor muere, es sólo
para que alguna vez vuelva a vivir entre nosotros.
Decían que te amaba, y en el futuro
decían que te amaba porque, sencillamente,
yo te amo cual te amé, sencillamente
yo te voy a seguir amando para siempre, y digan lo que digan.
http://fuerteyfeliz.bligoo.cl/
23 09 14
Decían que te amaba, lo decían
por envidia de ver que sólo a ti te hablaba,
que seguía esa luz de tus pasos por la calle,
esa flor de tu piel en el perfume de mis brazos,
esa forma de dos que se devoran y recrean.
Decían que te amaba por celosos,
porque era gris la vida nuevamente,
las misma sopa que servir, el mismo jefe,
enloquecido después de que su mujer se fue con otra
y de que su secretaria se fue con otro
(este si es hombre, le dijo en su carta de renuncia).
Decían que te amaba los cobardes,
los que permiten otra vez que la injusticia predomine,
que un niño muera de hambre, que los árboles
se vuelvan aserrín para la mesa de los ricos
y un lagrimón de plomo entre las nubes y los ríos que se asfixian.
Decían que te amaba los ministros,
esos que nunca se interesaron ciertamente en nada,
ni en mejorar las cosas de sus pueblos oprimidos
ni en salvar el planeta de la debacle inminente,
sólo arreglos para el álbum y coimas ancestrales
para seguir después con el disfraz que a nadie engaña.
Decían que te amaba los amores
que todo compartían con nosotros,
las calles sin más prisa, los veranos
en la orilla del mar o echados tras la siesta,
los que nos comprendían desde el primer beso
hasta la ocupación de las pequeñas crisis diarias,
sabían que el amor no es cosa permanente,
pero sabían que en su frágil estructura
podían empezar cada vez el mismo amor día tras día.
“Ya no te amo, ayer ya te lo dije,
y es que hoy te amo y es eso lo único que nos importa”
Así decían que te amé, que nos amamos,
y es que no saben que aún mi pecho es tuyo,
que aún en la ciudad, llena de envidia,
de celos, de cobardes, de dignatarios de la nada,
de amantes sin amor y de amores sin quien los ame,
yo sobrevivo, yo, que desde entonces te amo,
y que vine aquí a corregir a los que pasan por la plaza.
Decían que te amaba, yo digo que te amo,
con los mismos salpicones de verdura por cena,
con la misma taza de té con leche en las mañanas
y la misma seducción de dormir juntos y abrazados,
con el mismo fervor del perro que, apaleado,
no olvidará jamás lo que aprendió de tus caricias.
Te dirán que te amaba, y lo dirás tú mismo,
y agregarás ya no te amo, déjate de tonterías.
Sólo entonces callaré, pero no porque te crea,
sino porque si este amor muere, es sólo
para que alguna vez vuelva a vivir entre nosotros.
Decían que te amaba, y en el futuro
decían que te amaba porque, sencillamente,
yo te amo cual te amé, sencillamente
yo te voy a seguir amando para siempre, y digan lo que digan.
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23 09 14
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