Pasajero un millón

Pasajero un millón

Creyendo que me subo en una micro
es una salamandra en la que vuelo,
con alas de elefante y manecillas
como de gran reloj de chocolate
venías tú, venían diez mil jarras
de vino hecho de abejas maltratadas,
un beso en un tambor y esas mejillas
que sólo el padre viento acariciaba.
Así, colgando, preso y apretado,
a las siete viajando en Transantiago
me aplasto, soy sardina en el pasillo
y extiendo sueños que a nadie más le importan.
Si hasta atrasado voy, por suerte solo
me espera una rutina mal pensada y que conozco,
en tanto un tigre araña mis costillas,
pues yo dormido voy, sabiendo a solas
que no es hora para un viaje en el que puedas ir conmigo.

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16 07 14