Heraldo de mi sombra

Heraldo de mi sombra, a tus ojos imbuidos
por la clara luz, acecho, de mi sombra en mis latidos
en tu universo rescaldo la fortuna que se ha ido
a sentir la promesa de tu vïentre desnudo…
Que en la sílaba del vïento, es del vïento su reclamo
a la fortuna innoble de tu desvelo cano,
y en tu mirada asumo, por el brillo de tu mano
que tu Sol es una estrella, en el pecho que yo amo…

Mirada tierna no goces, de mi virtud, mi sofreno
y hace púrpura el veneno de tu silente Trova,
que ya desnudo no treno cuando tu mirada roba
mi boca tañe miradas, suspiros en tu seno…
Aleja de mí la explanada, que hace cierta tu regazo
confrontación del abrazo, que tu luz exangüe agota
en el suspiro de tu rota, fragancia que en el ocaso
hace cierto tu Verano, de mi panoja, azota…

Y es en tu murmullo el cieno que deslumbra bajo el cierzo
de tu mirada de asomo, sutil estrella me alce
sobre la estrella que es alba, y alba en estrella me calce
tu suspiro en mi semblanza, y tu cabello más terso…
Hace rojo ya la Aurora, y en mí devana tu rojo
canción que no sostengo de mi última mirada
hace cielo mi explanada, de mi frente enamorada
y hace beso del incienso, en tu fortuna, arrojo…

Desvela, y no clama, más que el lecho vuestras fauces,
y hace beso de miradas, y tu mirada en mis labios
que mi sombra en tu bermeja voz que atañe resabios
esconde de tu belleza aquellos mares que encauces…
Tu sortilegio es espuma, tu voz, lenta mirada
al acecho de mi rüina, de mi rüina enamorada
que en el goce de tu imperio hace flota más desëada,
el espurio beso vago, con que llegar a tu armada…

Roja Circe, de mil paños, envuelta en oros, deslices,
tïenes rosas en tus labios, y en tus labios entredices…