Llanto de otoño

Llanto de otoño

Oh, zapato ya perdido, luna ya bebida,
¿en quién, por dónde y sobre todo cuándo,
cuándo habrá paz en la estación que lloro,
en el río que pasa y se me queda
pegado al lagrimal como cascada de tu espanto,
como hoja de un otoño que no quiere ceder?
Oh, tiempo sin adiós, pegado al ojo,
al parto, al nada ser, al derribarnos
por calles y memorias, por andamios
de miedo y soledad, de un no entender,
oh, adiós sin tiempo, que hieres sin encanto,
sin nada más que andar o bien salir corriendo,
sin más que apretar puños y enfriar otro café.
Ninguno ha de llegar a nueva esquina,
ninguno puede dar lo que no es,
y el labio que cerró muros y cielos
no se abre nunca igual sobre tu piel,
te deja viejas ruinas, deja un saldo
de dudas que en terapia habrán de huir,
te dejarán baldío, ciego, manco,
te harán de nuevo otro en que morir,
uno que en las vitrinas brille como el mármol,
que beba sin más vasos que el viejo anochecer,
que cante y baile a solas, que estafe en viejos bancos
de rosas, de almohadones, de millones que perder,
que apenas solo, a solas, habrá de dar un salto
para verse en los espejo no volver,
que en las perdidas calles de sus actos
o en la modorra vive ya otra vez sin comprender.
Te tuve, me tuviste, ya nos quisimos tanto,
que es todo, no hay historia para otro renacer,
se lleva este derrumbe todo el canto,
se va el otoño, es el invierno frío, es el quebranto
el que ocupa su lugar y el que se calla para no doler.

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05 04 14