Señor olvido
Señor olvido, aquí me tiene
desesperadamente suyo,
de vernos solos yo concluyo
que nada queda y nada viene,
pero no quiero que se apene
ni que me cuente qué ha pasado,
sólo lo quiero aquí abrazado
como mi sombra preferida,
que aunque llegó la despedida,
señor olvido, no he olvidado.
Cómo podría si la amaba,
cómo podría si me acuerdo
en cada noche en que me pierdo
hasta encontrar la madrugada.
Cómo podría si en mi almohada
está su cuerpo hecho deseo,
está su boca en la que creo,
sabiendo bien que no regresa,
pero que aún mis manos besa
mientras en sueños la poseo.
En la canción de aquella noche
todo era paz y era alegría,
pero llegó la luz del día
y el amor se volvió reproche.
En la canción de aquel derroche
no había más que nuestro encuentro,
llegó la luz y el desencuentro,
llegó la vida y trajo el llanto,
partido en dos se quedó el manto
de nuestro amor fuera y adentro.
Nadie lo supo, no se sabe
nunca jamás de estas caídas,
siguen de pie ardiendo las vidas,
aunque la pena no nos cabe.
No volverá el trino ni el ave,
no volverá el mar a ese puerto
ni las caricias al concierto
que conquistaba la esperanza,
no volverá ni la mudanza
que todo es ya un amor del muerto.
Y usted aquí, señor olvido,
cómo no quiere que yo llore,
cómo no quiere que le implore
que no se marche de mi oído.
Sé bien que está todo perdido,
pero no sé cómo aceptarlo,
por eso deje que, al hallarlo,
me quede aquí bajo su sombra
y si oye usted que se me nombra,
ya sabe bien, yo he de olvidarlo.
http://fuerteyfeliz.bligoo.cl/
05 11 13
Señor olvido, aquí me tiene
desesperadamente suyo,
de vernos solos yo concluyo
que nada queda y nada viene,
pero no quiero que se apene
ni que me cuente qué ha pasado,
sólo lo quiero aquí abrazado
como mi sombra preferida,
que aunque llegó la despedida,
señor olvido, no he olvidado.
Cómo podría si la amaba,
cómo podría si me acuerdo
en cada noche en que me pierdo
hasta encontrar la madrugada.
Cómo podría si en mi almohada
está su cuerpo hecho deseo,
está su boca en la que creo,
sabiendo bien que no regresa,
pero que aún mis manos besa
mientras en sueños la poseo.
En la canción de aquella noche
todo era paz y era alegría,
pero llegó la luz del día
y el amor se volvió reproche.
En la canción de aquel derroche
no había más que nuestro encuentro,
llegó la luz y el desencuentro,
llegó la vida y trajo el llanto,
partido en dos se quedó el manto
de nuestro amor fuera y adentro.
Nadie lo supo, no se sabe
nunca jamás de estas caídas,
siguen de pie ardiendo las vidas,
aunque la pena no nos cabe.
No volverá el trino ni el ave,
no volverá el mar a ese puerto
ni las caricias al concierto
que conquistaba la esperanza,
no volverá ni la mudanza
que todo es ya un amor del muerto.
Y usted aquí, señor olvido,
cómo no quiere que yo llore,
cómo no quiere que le implore
que no se marche de mi oído.
Sé bien que está todo perdido,
pero no sé cómo aceptarlo,
por eso deje que, al hallarlo,
me quede aquí bajo su sombra
y si oye usted que se me nombra,
ya sabe bien, yo he de olvidarlo.
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