Vocación del futuro
Camino a tientas, dudando a cabezazos,
entro en las hojas cual mordisco de algún oso
y en una playa larga y solitaria
duermo por fin, tendido en mi reposo.
Roca no soy, más bien guijarro de cascada
que cae aguas abajo del abismo,
que rueda por el fondo de la nada,
y emerge entre los dientes de un escualo
y rasca el vientre azul de las mareas
y habita en tu escrutar las lágrimas del viento.
Hermano soy de ti, de tus escamas,
de tu dolor, de tus náuseas, de tu abuelo,
de la mujer que duerme sobre tu vientre enhiesto
y de los frutos que vendrán cuando asaltemos el palacio.
Recuerdo que tu voz predijo ya que todo es nuestro,
el púlpito, la acción, la camarada primavera
y el terco corazón que resistió exilios y muertes.
Recuerdo que el invierno fue más corto
si a solas palpitábamos soñando,
si a lo lejos nos buscaban los verdugos,
si acaso la verdad venía a vernos.
Entonces supe hablar, abrí mis alas,
dejé la timidez de aquel capullo sin más seda
que el tiempo de soñar con otro mundo,
que el verbo en que anidar un nuevo cielo,
que el vuelo en que por fin la tierra sea
más que un simple camino sobre un globo
que se escapa de mis manos para hacernos
libérrimos, felices y amados por la propia vida.
Entonces de lo cierto fui la prueba
y el vino aquella fiesta en que la aurora
nos puso a batallar por ser mejores.
http://fuerteyfeliz.bligoo.cl/
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Camino a tientas, dudando a cabezazos,
entro en las hojas cual mordisco de algún oso
y en una playa larga y solitaria
duermo por fin, tendido en mi reposo.
Roca no soy, más bien guijarro de cascada
que cae aguas abajo del abismo,
que rueda por el fondo de la nada,
y emerge entre los dientes de un escualo
y rasca el vientre azul de las mareas
y habita en tu escrutar las lágrimas del viento.
Hermano soy de ti, de tus escamas,
de tu dolor, de tus náuseas, de tu abuelo,
de la mujer que duerme sobre tu vientre enhiesto
y de los frutos que vendrán cuando asaltemos el palacio.
Recuerdo que tu voz predijo ya que todo es nuestro,
el púlpito, la acción, la camarada primavera
y el terco corazón que resistió exilios y muertes.
Recuerdo que el invierno fue más corto
si a solas palpitábamos soñando,
si a lo lejos nos buscaban los verdugos,
si acaso la verdad venía a vernos.
Entonces supe hablar, abrí mis alas,
dejé la timidez de aquel capullo sin más seda
que el tiempo de soñar con otro mundo,
que el verbo en que anidar un nuevo cielo,
que el vuelo en que por fin la tierra sea
más que un simple camino sobre un globo
que se escapa de mis manos para hacernos
libérrimos, felices y amados por la propia vida.
Entonces de lo cierto fui la prueba
y el vino aquella fiesta en que la aurora
nos puso a batallar por ser mejores.
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