Empello agudo, doblez del alma,
memoria cana al atisbo de la luna,
soberbia emana dulcísima fortuna
a cuyas peñas desgrana, toda mi calma.
Segundo hermano, del minuto que es la hora
de aquellos donde amara la tenaz fortuna
y agravia en solidez baluarte espuma adora
la sombra de su sien en doble pira, una.
Dulcísimo veneno, ardor que no me inflama
tenor valuado, quedo, en doble artimaña
y se herrumbra de sus flores la rosa que me engaña
a placer provoca fauces que el decoro ama…
Desnudo de la huella que vierte en su marea
la dócil escarcha leve que su pomposa áurea
revierte en soliloquio dulzor que no promete
la misérrima respuesta que el juglar comete.
En goce del artista, puebla y dora su baluarte ocioso
no era de resguardo pincel y aún esbozo
cirro diera, no su tenor, increpando su alborozo
por sobre la rüina, medrando la faz de un calabozo
que se somete a cuestas en demora y causa
légamo al azar del febril manto espumoso
de una sola ave cuyo volar argenta el brío, prosa
que el sudor de tu cautela nace en luz y sólo gozo.
Dosel de mudo aroma, repica el lauro acreedor
de mi somera füente, y duna al manto esbirro
campana de un latido que por menor
eleva con su tino por sobre süave pirro,
engalana ya su albor y pernocta su guitarra
su desnuda fauce encierra galanura amarra
por sobre la mirada del laurel que no se inflama
al cardumen de su voz, que la Sirena ama.
Dulzura sincopada en voz alarde encïerra,
sofisticada candela, baluarte de mi esboce
conjunto de alabada pose sobre roce
que eleva cimitarra gallarda pantera amando guerra…
Urdida y cauta, esplëndorosa, aguda
por sobre su mirada de león el manto quiera
benévola al latir su corazón, tan muda
como sea aleve su canción pasión que adquiera…
Corazón, y ya sombrío diapasón de fuera
ya distinta la cera, ya canción su sola espuma
arremete su ilusión cadente cuando muera
el suspiro en la realeza del clamor que suma…
Alía su goce, espuma llamarada y en su tinta,
versátil horóscopo de mar sobre silüeta aguda
distinta y tan soez como bandera descubierta
en sola voz aduce su vergel, su nïeve aluda…
Altiva, ya desnuda, campera, desacierto
en goce su esplendor cabrío el oro en celo
campana de un pañuelo, que sobre el can despierto
rezurce en la mirada conjuntos de voz en el anhelo…
Adosa legítima fusión de dos en el reparo
de sola conjunción atada al descubierto
mitigada entre su bruma, y tenor al solo acierto
enhebrando de la luna su ojo caro…
Gracia salaz, tan mudo de arte,
que el sano intento lo comparte.
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