La palabra
Yo que escribí la palabra amor todos los días,
me disculpo con aquellos que prefieren la palabra serpentina
o el verbo castigar o aquel prefijo sub
o el viento en los desiertos que sólo arrastra ruinas.
No sé qué me pasó, yo estaba atado
a un útero, a un pezón, a una tranquila nada eterna,
cuando un canal se abrió, salí lanzado
a un mundo superior a mis poderes para asirlo,
lloré, mamé, tuve tentáculos y ombligo,
un nombre, una ciudad, unos deberes desde niño,
como decir agú o sonreírle a las visitas,
chochear a los abuelos, comerme todas las legumbres.
No sospecho ni donde conocí esa palabrita,
mis padres no la usaron, no decían amor,
pero no faltó el cuaderno ni la camisa almidonada,
no faltó el perdón de su silencio en mis fracasos
ni la búsqueda implacable cuando me fui una vez de casa.
Ahora ya no están, ambos partieron tras su lumbre,
los veo parpadear en las estrellas cada día,
en cada flor, en cada abrazo con mi gente
y en cada soledad donde de vez en cuando lloro.
Pero la palabrita, insisto, no sé dónde
la conocí, la oí, me la enseñaron,
sería en el cordial suceso de estar vivo,
de ver y hablar, de dar asiento a los cansados,
de no querer tener sino lo justo y necesario
y ser más bien el mismo cada día y cada noche.
Perdonen los que sufren, los postrados,
los que debieron resistir el exterminio,
las pestes de Colón, los campos de los nazis,
la propia soledad, el egoísmo, la miseria humana,
perdonen los que tienen más dolor que el que merecen,
si es que alguien en la tierra se merece ser doliente.
La muerte ya es bastante, la injusticia,
la poca comprensión de los ministros,
la escasa eternidad de cada día,
pero les digo lo que creo, nada pasa
sin que el amor de alguna forma lo permita,
hasta el terrible adiós, la irremediable muerte,
la herida de la cruz y el perdón de nuestras faltas.
Por eso si un error es lo que canto,
les pido que disculpen mi optimismo,
mi ingenuidad, mi credo, mi ignorancia,
les pido que no olviden que los amo
y que hasta que me extinga yo he de hacerlo.
Mi abrazo es pues de todos, y una sola
la palabra, amor, amor, amor sencillamente,
disculpen si otra vez no la repito,
es que me voy a amar, y allá en el beso
los espero una vez más y para siempre.
http://fuerteyfeliz.bligoo.cl/
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Yo que escribí la palabra amor todos los días,
me disculpo con aquellos que prefieren la palabra serpentina
o el verbo castigar o aquel prefijo sub
o el viento en los desiertos que sólo arrastra ruinas.
No sé qué me pasó, yo estaba atado
a un útero, a un pezón, a una tranquila nada eterna,
cuando un canal se abrió, salí lanzado
a un mundo superior a mis poderes para asirlo,
lloré, mamé, tuve tentáculos y ombligo,
un nombre, una ciudad, unos deberes desde niño,
como decir agú o sonreírle a las visitas,
chochear a los abuelos, comerme todas las legumbres.
No sospecho ni donde conocí esa palabrita,
mis padres no la usaron, no decían amor,
pero no faltó el cuaderno ni la camisa almidonada,
no faltó el perdón de su silencio en mis fracasos
ni la búsqueda implacable cuando me fui una vez de casa.
Ahora ya no están, ambos partieron tras su lumbre,
los veo parpadear en las estrellas cada día,
en cada flor, en cada abrazo con mi gente
y en cada soledad donde de vez en cuando lloro.
Pero la palabrita, insisto, no sé dónde
la conocí, la oí, me la enseñaron,
sería en el cordial suceso de estar vivo,
de ver y hablar, de dar asiento a los cansados,
de no querer tener sino lo justo y necesario
y ser más bien el mismo cada día y cada noche.
Perdonen los que sufren, los postrados,
los que debieron resistir el exterminio,
las pestes de Colón, los campos de los nazis,
la propia soledad, el egoísmo, la miseria humana,
perdonen los que tienen más dolor que el que merecen,
si es que alguien en la tierra se merece ser doliente.
La muerte ya es bastante, la injusticia,
la poca comprensión de los ministros,
la escasa eternidad de cada día,
pero les digo lo que creo, nada pasa
sin que el amor de alguna forma lo permita,
hasta el terrible adiós, la irremediable muerte,
la herida de la cruz y el perdón de nuestras faltas.
Por eso si un error es lo que canto,
les pido que disculpen mi optimismo,
mi ingenuidad, mi credo, mi ignorancia,
les pido que no olviden que los amo
y que hasta que me extinga yo he de hacerlo.
Mi abrazo es pues de todos, y una sola
la palabra, amor, amor, amor sencillamente,
disculpen si otra vez no la repito,
es que me voy a amar, y allá en el beso
los espero una vez más y para siempre.
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