Amo del otoño tus tristezas obsequiadas, el agua pesada
la parcela y la dulzura de tus voces disipadas,
y de tus labios amo, el emparejado umbral
hacía el azul fresco de la risa del invierno,
tu campo desierto, las paredes de tu beso
con la paja en flor al borde de tus labios,
y de tu cielo amenazador que grita tu nombre,
el otoño hace su justicia interna, renueva
y devuelve la oscuridad que tu ternura
se perdió entre las líneas de mi cuerpo,
y ahora transitan indistintamente
con el deseo surcando con holgura los sueños,
con los ojos cerrados, siempre el otoño
será ceniza inacabada....
desnudo de la mujer en este campo de tierra
la fragilidad de haber gastado su fuerza,
el brillo resbalando por las mejillas, la lluvia
que viene a recordarnos
la incoherente condición humana.
El otoño equilibra su balanza, bebe
de su campo sus semillas amarillas,
y del limonero con la lengua de tu sed,
un arrecife de llagas como gala del olvido
comprende y acoge la vida a suma ley,
pues bien sé que existencia y retorno
tienen ambos un tiempo distinto,
que del pliego marchito de tu piel
renacerá la hoja de nieve, el olor herido del barbecho
y un nuevo amanecer,
para las cicatrices más profundas
el amor rodará cubriéndose de miel,
y de todo el tiempo en el que te desconocí
de blanca abstenía los tristes árboles en tus ojos
por un amor de memorias quedará, trenzado en el corazón
la alegría del otoño y tú.... riendo y llorando al amor.
la parcela y la dulzura de tus voces disipadas,
y de tus labios amo, el emparejado umbral
hacía el azul fresco de la risa del invierno,
tu campo desierto, las paredes de tu beso
con la paja en flor al borde de tus labios,
y de tu cielo amenazador que grita tu nombre,
el otoño hace su justicia interna, renueva
y devuelve la oscuridad que tu ternura
se perdió entre las líneas de mi cuerpo,
y ahora transitan indistintamente
con el deseo surcando con holgura los sueños,
con los ojos cerrados, siempre el otoño
será ceniza inacabada....
desnudo de la mujer en este campo de tierra
la fragilidad de haber gastado su fuerza,
el brillo resbalando por las mejillas, la lluvia
que viene a recordarnos
la incoherente condición humana.
El otoño equilibra su balanza, bebe
de su campo sus semillas amarillas,
y del limonero con la lengua de tu sed,
un arrecife de llagas como gala del olvido
comprende y acoge la vida a suma ley,
pues bien sé que existencia y retorno
tienen ambos un tiempo distinto,
que del pliego marchito de tu piel
renacerá la hoja de nieve, el olor herido del barbecho
y un nuevo amanecer,
para las cicatrices más profundas
el amor rodará cubriéndose de miel,
y de todo el tiempo en el que te desconocí
de blanca abstenía los tristes árboles en tus ojos
por un amor de memorias quedará, trenzado en el corazón
la alegría del otoño y tú.... riendo y llorando al amor.
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