La nueva historia
No disparen, que yo soy el culpable,
y que yo sepa aquí sólo los inocentes fueron fusilados,
partidos por caballos, degollados,
lanzados al salitre o al fondo de los mares,
metidos en un saco con alambres en el cuello,
lanzados a los perros de la historia y la memoria.
En cambio yo viví como un niño alienado,
sacándome puros siete, construyendo
castillos con palos de fósforo y láminas de cobre,
leyendo de un tirón los Cien años de soledad
y perdiéndome en Santiago en carreras que nunca terminaron.
No disparen, pues, es claro y recontra claro que yo soy el culpable,
me enamoré de una morena, fui a las marchas,
sobreviví a los apaleos, a las lacrimógenas,
a los jóvenes quemados vivos en Los nogales,
fui a las concentraciones tomando Coca cola,
descubrí a fines de los ochenta que Pink Floyd era un héroe
y Los Beatles simplemente la octava maravilla.
Lloré con cada lágrima del pueblo,
pero sobreviví sin mayores pesadillas,
no me creí el cuento del Chile, la alegría ya viene,
pues para mi no vino, cual no vino para Chile.
Negociaron, traicionaron, pactaron
para sostener viejos enclaves y tras años
lo único que vino fue el mercader que ha convertido
la democracia en sub producto, en un campo laboral inmejorable,
en un gran supermercado de espejismos
en que cada cual compró o creyó comprar
lo que la abollada ideología propia requiriera.
Y es que los pobres han seguido siendo pobres
y la injusticia permanece inalterable,
la misma dignidad en familiares y deudos,
la misma tozudez en el sistema y sus esbirros.
No me disparen pues, yo soy culpable,
todo esto permití escondiendo la cabeza,
votando ya hace rato sólo por el menor de nuestros males,
mientras se ríen de nosotros, repartiendo sin nosotros el patrimonio patrio.
Y si van a disparar, siendo inocente como soy,
les aseguro que de todos modos sobrevivo,
mientras queden mansiones versus casas que se lleve el viento,
mientras nazcan juventudes embargadas por seguir estudios,
mientras no demos por fin en el blanco de nuestros asesinos,
y con ello sólo insisto en el juicio y castigo necesario
y en una nueva sociedad en que quepamos todos y cantemos.
Pues bien, al fin es sólo como en esa vieja frase,
el que esté libre de pecado que tire la primera piedra,
así el que esté como yo estoy, inocente y libre,
que dispare por fin hasta alcanzar la nueva historia.
http://fuerteyfeliz.bligoo.cl/
21 09 13
No disparen, que yo soy el culpable,
y que yo sepa aquí sólo los inocentes fueron fusilados,
partidos por caballos, degollados,
lanzados al salitre o al fondo de los mares,
metidos en un saco con alambres en el cuello,
lanzados a los perros de la historia y la memoria.
En cambio yo viví como un niño alienado,
sacándome puros siete, construyendo
castillos con palos de fósforo y láminas de cobre,
leyendo de un tirón los Cien años de soledad
y perdiéndome en Santiago en carreras que nunca terminaron.
No disparen, pues, es claro y recontra claro que yo soy el culpable,
me enamoré de una morena, fui a las marchas,
sobreviví a los apaleos, a las lacrimógenas,
a los jóvenes quemados vivos en Los nogales,
fui a las concentraciones tomando Coca cola,
descubrí a fines de los ochenta que Pink Floyd era un héroe
y Los Beatles simplemente la octava maravilla.
Lloré con cada lágrima del pueblo,
pero sobreviví sin mayores pesadillas,
no me creí el cuento del Chile, la alegría ya viene,
pues para mi no vino, cual no vino para Chile.
Negociaron, traicionaron, pactaron
para sostener viejos enclaves y tras años
lo único que vino fue el mercader que ha convertido
la democracia en sub producto, en un campo laboral inmejorable,
en un gran supermercado de espejismos
en que cada cual compró o creyó comprar
lo que la abollada ideología propia requiriera.
Y es que los pobres han seguido siendo pobres
y la injusticia permanece inalterable,
la misma dignidad en familiares y deudos,
la misma tozudez en el sistema y sus esbirros.
No me disparen pues, yo soy culpable,
todo esto permití escondiendo la cabeza,
votando ya hace rato sólo por el menor de nuestros males,
mientras se ríen de nosotros, repartiendo sin nosotros el patrimonio patrio.
Y si van a disparar, siendo inocente como soy,
les aseguro que de todos modos sobrevivo,
mientras queden mansiones versus casas que se lleve el viento,
mientras nazcan juventudes embargadas por seguir estudios,
mientras no demos por fin en el blanco de nuestros asesinos,
y con ello sólo insisto en el juicio y castigo necesario
y en una nueva sociedad en que quepamos todos y cantemos.
Pues bien, al fin es sólo como en esa vieja frase,
el que esté libre de pecado que tire la primera piedra,
así el que esté como yo estoy, inocente y libre,
que dispare por fin hasta alcanzar la nueva historia.
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