La mujer del vestido negro

…Bajo llave, encerrado
en ondas cristalinas de sü füente,
en ondas soberbias de su frente,
rubias apologías lucen en cristales,
enredado en sus garras, animales
de sedïentos tragos de esperanza…
Bebía de su oscura faz hermosa
licuando los rocíos de la aurora:

Me vi de frente con el caudal de su sonrisa,
y ella, escondida, encerrados en Castillo,
donde tocan sus pasos el ladrillo,
de pïedra, que escondidos en la orilla, te buscaba
y hacia toques de mi fe yo no esperaba

Me sacaste a bailar por los salones,
y sobre bermeja alfömbra no desnuda,
tus pasos enredaban mi soltura
escondiendo en ti toda cintüra,

Y mientras la música cebaba el aliciente,
tu rostro en mi cabello percudía
la sömbra en aquél día,
donde tus labios aceraban el encanto
de tu perfume donde la luna no llamaba,
ahora, tu golondrina huía
y en la brisa del sol se desvestía...,

al ritmo de la nïeve de tus pasos en la alfombra,
desnuda de vergüenza, me ilustrabas
y a tu pie descalzo no sacabas,

mi dulce bebé: porque reíste tu rostro no afrentaba
los labios en el corso de mi amada?

Uuuuhu… huyendo de este baile amoroso
el sonido del silencio, tras la música quedaba,
y en su elocuencia la palabra no fallaba…:
Otro baile comenzaba…
por el camino de tus ojos nemorosos,
verdes como aguas en los fosos,

me devoraba en mi alma tu promesa…
latía en el fondo de mi alma,
el rock que se escuchaba en tu belleza:
y bailando juntos, esperando la alborada
fue el gemir de tus pasos en la almohada…!
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