Tarea de vino
de murmurado aroma clandestino en el ambiente,
sofoco distal de penumbras erráticas y flama
anida en tu semblante la discorde entonación, nítida llama
que inunda las fragancias que deslumbra tu vestal sombrío en pïedra tenue
marmórea hebra de silente copo verde
desnudo cauce etéreo
cual púrpura, cual llave el hondo reclinar de mi tiempo en la vendimia
de un cielo numismático al albor de tu cerrado oro
traslúcido al ocaso,
fervïente noche, de sombra, rostro cläro
de juventud cinética en el libro de los astros sempiternos,
cual quimera vanguardista en el beso de tu vientre abovedado manantial,
sonrïente
espuma al beso fortalecido de la noche aüsente,
escoplo a tu Pegaso, nadador de tibio aroma
ïncendiario del albor, rústica paloma formidable encuentra lisa
la forma del otoño clamando el ardid de fósforo de un solo füego
lacerándose a las rosas,
añil copa de ave mürmurando las esquinas,
perdida avidez que el cüerpo encïerra en el vüelo de semántica amorosa
dividida, escombro en su sesgo
pájaro nativo
alborada que no süeña el levantar de la promesa de mis ojos
de la noche
desnuda en claros atavíos
de plantas y albores sempiternos cual la bruma
ágil légamo de sal y sal sombría
nutre la pïadosa confrontada miel de müelles soberanos
cual el mar se despierta y se enfurece
cavilando en su desïerto el rostro claro
de un mar que es claro y desïerto y furia ciega
sobre las olas, sobre la espuma, su marëa y ruiseñor encendido en su cristal
de sordas nubes, y arrecifes que se abaten con el mar,
emblema de semántica divina,
claustro desierto, clama al descubïerto canto del mar, horizonte
quejumbroso y desnudado como un cielo
en el navío
como un canto al pedestal
de tu robusto freno,
distancia al seno de tu dïurno ébano de sal
y aire atravesando el resplandor de mil banderas,
aleando la virtud de primaveras
dürmiendo acaso en el fértil llano de una cumbre en una sïembra
de oro y de plata, y de sueños arrasados de palomas frías y de invïerno
cántico de fiebre que la luz agota
en su fría nitidez de alba temprana
y luz
sedienta de luz misma
encendida de luz
y llamas de oscuridad, pelea en el adorno
del fuego que no cesa, y transcurre y se pelëa
con el claustro, la libertad y su conjuro helado
sobre el silencio, el manantial que la luz
agota
y siembra en el maizal
de tu sonrisa,
el eco casto de la pubertad
que no müere en su bandida ceremonia
de alas inmersa,
en su cïfra de león
y cantos pernoctados
de nacimiento mutüo
y corazón de cirro,
bosque de nubes, alas de viento
Penumbras quietas que deshacen la soledad de mi navío…
Y claman al desïerto su voluntad de vientre…
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