Cada vez que puertas abras

Cada vez que puertas abras

Yo te escucho en otra pluma
de vidrio, cemento y sal,
que por no enfrentar su mal
sólo habla de nube y bruma.
Venciendo al buitre y al puma,
las sombras del que fusila,
yo no quiero que a Lucila
golondrina me la vuelvan,
yo quiero que nos devuelvan
su amor en cada pupila.

Así que si viajas lejos
recuerda de Montegrande
la piedra que en pan se ablande
cuando precises consejos.
Recuerda que somos viejos
porque también somos sabios,
que el tiempo de los agravios
no se vence sin cautela,
así tal cual fue Gabriela
volviendo de miel sus labios.

Si escribes, hazlo en la arena,
si el viento borra, re escribe,
mejor crítico no vive
ni mirada más serena.
Si tienes duda o si es pena
lo que se cruza en tu pecho,
escríbelo insatisfecho
hasta curar tus heridas,
que no hay palabras perdidas
si miras siempre derecho.

Y no es la fama ser grande,
ser grande es ser uno mismo,
que hay gigantes que al abismo
ya caen por su desbande.
El que quiera luz que mande
sus miedos bajo la tierra,
su juicio a la propia guerra
con sus días y su ceño,
ninguno queda pequeño
si a ser sabio no se cierra.

Y el sabio no es el del juicio,
es el que libre te acepta,
no el que con dogmas va y repta,
no el que propaga el prejuicio.
La vida es un ejercicio
de amor, con o sin palabras,
si en ellas tu rumbo labras
que sea por darte al mundo
y en ello sé el más fecundo
cada vez que puertas abras.

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09 04 13