De rama en rama, el ruiseñor derrama
su beso y rojo canto, sumido tanto
que la plenitud de tu mano ama
y busca avieso, en tu sonrisa el manto
iridiscente de la luna que derrama
jolgorio en el poeta, su luz hermana
dorando espuma en el maizal, tu cama
que con el velo del cristal sombrío, emana…
De tu silencio el verde del azor desnudo en el cobalto
de un cielo que procrea lentitudes, ufanas
desnuda calzas el arte de tu flor la flor devanas
y en el maizal es cumbre la flor de tu ave alto…
Muriendo resucito hacia tus labios,
desbocando el viento que muere en los resabios
de Sol y Luna, de oro y plata enhiesta
fulgiendo en tu cintura la palabra, fiesta!
Doncel que no repara su luz en la marëa
y reclina junto a tëa sudor que en noche abruma
cantando sobre espuma licor que aún más no sea
fulgor sobre la espuma y canto sobre bruma…
Ileso caigo en tus brazos, manantial ingrato,
pero besas a mi flor y muerdes mi recato
que en la múltiple bandada del viento a tu celada
es fulgor que implöra tu risa enamorada!
Así, puedes no verme, aún, contigo, Cielo?
Mi voz, aún en tu oído, murmulla que te anhelo...
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