Contigo en Chiloé
En la isla grande, en Chiloé, contigo marcho,
converso, río, conozco el fuerte de Agui,
camino por las calles entre nubes,
chubascos, ventoleras, mil iglesias
y un sol que entre los dos tiende arco iris.
Eres la misma que yo amé en la ciudad grande,
sólo que aquí los campos verdes cantan libres,
y el aire nos contesta que vayamos
de nuevo por la vida hasta el orgasmo,
que aremos sin piedad los corazones
hasta sembrar por fin frutos eternos.
Es este el Chiloé de viejos brujos,
de barcas en los muelles, de mañíos
humeando en las cocinas de mi pueblo,
de niños y mujeres que sonríen,
llevando peces o manzanas al mercado,
sirviendo platos de caldillo en cada mesa,
rezando una oración contra los malos.
Y tú, tú vas conmigo por los campos,
por calles de semillas o de lluvia,
por tardes del color de los trigales,
por noches del tamaño de tus ojos,
y me amas, me lo dices sin palabras,
y te amo, te lo digo con el pecho,
con besos de sabor a estrella o rosas,
con labios en un pan que compartimos.
En Chiloé, mi amor, contigo crezco,
y amándote esta isla nos comprende,
nos mira y de nosotros también guarda
la eterna libertad de nuestro encuentro.
Te amamos, Chiloé, ya volveremos,
por mientras a volar, ya se preparan
nuestras raíces, tus raíces, nuestro cielo
y el territorio puro de los hombres
que no miran atrás si el corazón es una isla
que doblegar en la emoción con que se abrazan
para siempre y navegando pecho adentro.
http://fuerteyfeliz.bligoo.cl/
12 02 13
En la isla grande, en Chiloé, contigo marcho,
converso, río, conozco el fuerte de Agui,
camino por las calles entre nubes,
chubascos, ventoleras, mil iglesias
y un sol que entre los dos tiende arco iris.
Eres la misma que yo amé en la ciudad grande,
sólo que aquí los campos verdes cantan libres,
y el aire nos contesta que vayamos
de nuevo por la vida hasta el orgasmo,
que aremos sin piedad los corazones
hasta sembrar por fin frutos eternos.
Es este el Chiloé de viejos brujos,
de barcas en los muelles, de mañíos
humeando en las cocinas de mi pueblo,
de niños y mujeres que sonríen,
llevando peces o manzanas al mercado,
sirviendo platos de caldillo en cada mesa,
rezando una oración contra los malos.
Y tú, tú vas conmigo por los campos,
por calles de semillas o de lluvia,
por tardes del color de los trigales,
por noches del tamaño de tus ojos,
y me amas, me lo dices sin palabras,
y te amo, te lo digo con el pecho,
con besos de sabor a estrella o rosas,
con labios en un pan que compartimos.
En Chiloé, mi amor, contigo crezco,
y amándote esta isla nos comprende,
nos mira y de nosotros también guarda
la eterna libertad de nuestro encuentro.
Te amamos, Chiloé, ya volveremos,
por mientras a volar, ya se preparan
nuestras raíces, tus raíces, nuestro cielo
y el territorio puro de los hombres
que no miran atrás si el corazón es una isla
que doblegar en la emoción con que se abrazan
para siempre y navegando pecho adentro.
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