Décimas del esqueleto

Décimas del esqueleto

Se pregunta un esqueleto
qué fue de la carne mía,
firme y joven la tenía,
bruñida cual amuleto.
Me arrebató su secreto
la vida con sus vaivenes,
labios, muslos, ojos, sienes
y un corazón colorado,
si los tuve, se han marchado
cual los más ingratos bienes.

Del pacto entre cuerpo y alma
no quedan sino estos restos,
dolorosos, descompuestos
y hay que agregar que sin calma.
Fueron falso esperar la palma
de un cielo en el más allá,
mis huesos quedan acá,
mis lágrimas polvo se hacen
y, es triste, pero aquí yacen
los sueños que el mundo da.

No quedan ni las promesas,
ni el traje que tanto honré,
no queda ni lo que amé,
todo es cajón de tristezas.
No queda ni lo que besas,
le digo a mi yerta boca,
roca que hizo al verbo roca
y hoy demuelen los gusanos,
si hasta son polvo mis manos
que también dijeron toca.

Y del resto no sé nada:
del amor, de la conciencia,
de la fe, de la experiencia,
todo es tierra apisonada.
Del alma ni una mirada,
de lo eterno ni un minuto,
de lo infinito ni un fruto,
todo acaba en esta fosa,
no ha quedado ni la rosa
que su amor juró impoluto.

Así que si alguien sospecha
qué pasó con lo que tuve,
no me avise a alguna nube
vea mi lápida estrecha.
Allí junto a nombre y fecha
publique lo que descubra,
ya mi cuerpo no elucubra,
se deshace en polvo vano,
sépase que yo fui humano
aunque la nada hoy me cubra.

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08 12 12