La solitaria

La solitaria

Soledad,
la solitaria,
siempre sola en las esquinas y el tumulto,
venciendo la ciudad con ojos tristes,
alimentando el tiempo con su paso inmarcesible,
poblada de gentíos que no ocultan su silencio.

La soledad, esa invitada
que no supo bailar, que no brindó por nadie,
que no se fue ni llegó pues siempre estuvo,
que se quedó simplemente cuando ya todos han partido
y entonces levantó los ojos y la frente
las manos y la voz sin que ninguno lo supiera.

La soledad, ese fantasma,
que nos pobló de historias cuando ya todos nos dejaron,
de sueños cuando no hubo más que aquellas noches desveladas,
de palabras cuando el mar ya se volvió ininteligible,
la niña, la sin dios,
la prometida del invierno, la esposa
del dolor que le sirvió mil sopas frías,
que le entibió las manos con mil caricias de adivina,
que lo dejó dormir pues él ya nunca la vería.

La soledad, mi soledad, que nunca es mía
pues paso de piel, no escucho sus plegarias
y a solas, solo marcho
mientras que ella me espera cabizbaja en las esquinas.

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21 11 12

Por suerte a veces, por increíble que parece, hay soledades de a dos en que la coraza es menos dura y el existir un mejor camino. Saludos fraternos, amigo mío.-