La fábula de la reina
En un país sin fronteras
nació una princesa verde,
no hay día en que no recuerde
sus rayos y sus banderas.
Creció, vivió primaveras,
buscó un varón en su corte,
ninguno alcanza su porte,
se va a buscar por la mundo,
y encuentra cuánto es fecundo
de un amor libre de importe.
Halló príncipes y sapos,
halló tahúres y rectos,
vanos que se ven perfectos,
ricos que van con harapos.
Halló alfombras y halló trapos,
humildes nobles, maleantes,
enamorados y amantes,
ingratos y descreídos,
felices llenos de olvidos
y tristes llenos de instantes.
Y se halló al fin a sí misma,
la niña ya sin palacio,
la joven sin cartapacio
más que su piel y su prisma.
Allí se vio en su carisma
de hembra y mujer, de guerrera
que por un beso rindiera
su cuna y su patrimonio,
pero no halló matrimonio,
pues no era flor de cualquiera.
Así envejeció y fue su trono
compañía en su reinado,
la corona y el tocado
y un payaso y un colono.
Fue sabia en este abandono,
fue noble con sus regidos,
ellos muy agradecidos
sirvieron siempre a su causa
y un galán en cada pausa
le presentan conmovidos.
Murió la reina en su día
con el amor de los suyos,
las flores con sus capullos
la cubrieron a porfía.
En qué país viviría
se preguntan los dolientes,
quizá en el propio, mis gentes,
sólo que tanto ignoramos
que a quien nos ama olvidamos
por simples y por ausentes.
http://fuerteyfeliz.bligoo.cl/
12 10 12
En un país sin fronteras
nació una princesa verde,
no hay día en que no recuerde
sus rayos y sus banderas.
Creció, vivió primaveras,
buscó un varón en su corte,
ninguno alcanza su porte,
se va a buscar por la mundo,
y encuentra cuánto es fecundo
de un amor libre de importe.
Halló príncipes y sapos,
halló tahúres y rectos,
vanos que se ven perfectos,
ricos que van con harapos.
Halló alfombras y halló trapos,
humildes nobles, maleantes,
enamorados y amantes,
ingratos y descreídos,
felices llenos de olvidos
y tristes llenos de instantes.
Y se halló al fin a sí misma,
la niña ya sin palacio,
la joven sin cartapacio
más que su piel y su prisma.
Allí se vio en su carisma
de hembra y mujer, de guerrera
que por un beso rindiera
su cuna y su patrimonio,
pero no halló matrimonio,
pues no era flor de cualquiera.
Así envejeció y fue su trono
compañía en su reinado,
la corona y el tocado
y un payaso y un colono.
Fue sabia en este abandono,
fue noble con sus regidos,
ellos muy agradecidos
sirvieron siempre a su causa
y un galán en cada pausa
le presentan conmovidos.
Murió la reina en su día
con el amor de los suyos,
las flores con sus capullos
la cubrieron a porfía.
En qué país viviría
se preguntan los dolientes,
quizá en el propio, mis gentes,
sólo que tanto ignoramos
que a quien nos ama olvidamos
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