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    RENDICIÓN DE CUENTAS

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    Luis Alberto Gontade


    Masculino Mensajes : 11
    Fecha de inscripción : 06/08/2012

    RENDICIÓN DE CUENTAS Empty RENDICIÓN DE CUENTAS

    Mensaje por Luis Alberto Gontade Vie Ago 31, 2012 9:18 pm

    Apoyó la cadera izquierda sobre el borde de la balaustrada de mármol tiznado.
    Con movimientos precisos ajustó las correas de las sandalias y deslió el pliegue que se había formado en el ruedo del vestido, largo y escotado de seda negra, que ajustaba armoniosamente con su enjuto y sombrío cenceño.
    Una tira de gamuza, oscura y opaca con un camafeo tallado en ónice, rodeaba el macilento cuello de la mujer.
    Retiró un cigarrillo de la pequeña petaca dorada, lo prendió nerviosamente con el encendedor adosado al objeto: Inhaló una profunda bocanada. Sin consumir lo mantuvo por segundos largos, muy cerca de la cara
    Una de las mangas de la prenda colgaba grotescamente.
    El pelo brilloso y oscuro remataba en un moño sujeto firmemente a la nuca por una equis de maderitas puntiagudas.
    Con inocultable fastidio se despojó de los aretes depositándolos sobre la tapa de vidrio de una mesa de jardín cercana.
    Dirigió la mirada hacia el bosque umbrío dudando respecto a la invitación de sumergirse definitivamente en el ejército de sombras.
    El sol hundía su naranja en el mar.
    Algunas palomas levantaron vuelo despavoridas, las habría espantado un ladrido de perros o la presencia acechante de un gato.Las envidió repentinamente.
    Volvió el cigarrillo a la boca al tiempo que observaba con atención las uñas rojas de la mano que lo sostenía.
    Una mueca de satisfacción le curvó los labios: A través del gris de los ojos relampagueó la resolución que había adoptado el día anterior. Le golpeó el alma, como a la cara el soplo cálido de la tarde que fenecía.
    Transportó la colilla amarillenta a un cenicero distante y la aplastó con decisión.
    El golpetazo de una puerta metálica al cerrarse convocó su atención. Se miró los pechos con pena. Buscó otro cigarrillo y se desentendió. Lo guardó nuevamente en la cigarrera.
    Con pasos cortos y silenciosos un hombre grueso, de aspecto mundano, rostro de colegial, rosado y terso, casi angélico, se fue acercando por detrás. Lucía un impecable traje de alpaca azul y una corbata estrafalaria con el nudo descorrido.
    Ella presintió la cercanía sin realizar gesto alguno que delatase interés.
    Le rodeó con suavidad la cintura y depositó en ella un beso helado. Ella se apartó con brusquedad.
    - Me desagrada sobremanera que me tomen por sorpresa…
    A paso decidido se introdujo en la galería. Con el impulso enganchó el vestido en una saliente. Lo liberó de un manotazo a costas de un desgarrón prolongado.
    La furia la devoraba.
    Traspuesta la puerta principal que cerró tras de sí con calculado desprecio, apoyó la espalda en la cristalera de roble y buscó, en el viejo reloj que daba en esos momentos el cuarto de hora, una idea o una oportunidad.
    Tomó asiento en un pequeño banquito frente al piano y respiró hondo. Cuando se sintió levemente distendida apoyó suavemente la mano en el teclado. Notas suaves y breves rompieron el silencio asfixiante de la estancia; luego quedó inmóvil con la cabeza gacha.
    Él la había seguido sigilosamente guardando prudente silencio.
    - Te muestras excesivamente reticente... no entiendo. Sabes que salí en atención de nuestros negocios. Ese ha sido el pacto desde siempre. No entiendo tu actitud que supongo tiene que ver con mi prolongada e involuntaria ausencia...
    La mujer giró la cabeza y lo fulminó con la mirada.
    Susurró entre dientes:
    - Es muy cierto: Soy tu socia y… negocios son negocios.
    Una nota larga abrió un frágil paréntesis… Pero también soy tu esposa y sé muy bien donde estuviste estos diez días.
    - No sé que quieres decir. Bien…este...me serviré un whisky y algo para comer, si me lo permites.
    No le contestó.
    Bajó cuidadosamente la tapa del piano, encaminándose unos pasos hasta el lugar donde colgaba un cuadro en la pared. Lo quitó apoyándolo en el piso. Accionó el mecanismo cilíndrico de la caja fuerte empotrada. La abrió y observó detenidamente el contenido.
    Extrajo un revólver de caño largo y dos pares de esposas.
    Inadvertido de lo que sucedía a sus espaldas el hombre continuó preparando su bebida.
    Cuando se dio vuelta comprobó con estupor que su mujer lo estaba apuntando.
    - Siéntate en esa silla, ajusta sobre tus tobillos una de las esposas que ves sobre la mesa, no sin antes pasarlas por el travesaño de las patas. Nada de trucos; sabes bien que no me tiembla el pulso: Al menor movimiento de resistencia te vuelo los sesos.
    - Quédate tranquila mujer… ¡Tranquila¡… No sé qué propósitos te animan pero no haré nada que te ofusque.
    En un solo temblor dejó el vaso sobre la mesa del living. Tomó con perplejidad una de las manillas y se sentó donde se le hubo indicado. Se las calzó no sin esfuerzo en ambos pies y de acuerdo a las instrucciones recibidas.
    - Pasa los brazos entre los soportes del respaldo, échalos hacia atrás y quédate quieto.
    Lo maniató con el otro par previo tomar algunas precauciones ya que la maniobra – que culminó rápidamente – incluía dejar por instantes el arma sobre el encerado.
    - Bien, ahora vamos a encarar por fin “nuestros problemas”…
    Se sentó con estudiada parsimonia sobre el posabrazos de un sillón cercano.
    Apoyó el caño sobre su sexo y sonrió tristemente. Se detuvo unos segundos en la contemplación de la belleza siniestra del arma; rozó con ella varias veces y con languidez macabra el brazo deforme, los pequeños deditos retorcidos.
    - Bien…esta situación que entraña nuestras vidas y destruyó mi tranquilidad ha traspasado los límites de la convención estricta que habíamos acordado como socios y esposos… en ese orden. Toda nuestra vida gira en torno a los negocios y ese es el mundo que hemos elegido por lo cual y en ese sentido las quejas están de más. Sabemos muy bien el desprecio que nos profesamos: Nuestro “casamiento” no fue otra cosa que una farsa sustentada en bastardos intereses. Poco me importó al principio interpretar ese papel sórdido y despreciable que inexorablemente fue transformado mi vida en un infierno. Me rechazas en la cama no solamente porque mi presencia mutilada te causa aprehensión, sino porque tu verdadera vida, vacía e indecente, la ocupan otras mujeres con las cuales satisfaces tus deseos desnaturalizados. Pero esto lo vamos a “liquidar” ahora mismo pues entre otras cosas que incumben a mi deformidad, soy objeto permanente de mofa y escarnio por tus notorias extravagancias prostituidas.
    - Pe…pero escúchame. Soy consciente y me arrepiento de ciertas, digamos… desprolijidades. Me hago cargo de mis errores, entre otros el haberme dedicado exclusivamente a nuestros negocios sin advertir, lamentablemente, que me alejaba inconvenientemente de ti…pe… pero no puedes librar un juicio tan tajante acerca de nuestra relación y menos endilgarme…esas cosas.
    - No tengo interés en escucharte, soy artífice como tú de este sainete. No eres el único responsable. Que el destino decida quien debe continuar.
    - ¿Que arrebato te está consumiendo mujer? No entiendo nada…
    - No hace falta que entiendas. El juego al que habremos de abocarnos lo abro yo y pronto comprenderás de qué se trata.
    Quitó del cargador todas las balas menos una. Las depositó paradas en el piso, una detrás de otra. Restregó lentamente el arma sobre la punta de la nariz mirando a su esposo con curiosidad sarcástica.
    - Creo que nos hace falta un director de escena, pero aún así haremos lo mejor que podamos por montar un espectáculo de cierto mérito.
    Grandes gotas de sudor resbalaban sobre la cara del hombre cuya palidez se acentuaba con el correr de los minutos.
    - Tu miedo no me asombra ¿Sabes que pienso?...Pienso que todos los anhelos y frustraciones que han marcado nuestra existencia deleznable mudarán en personajes esquizofrénicos que, hechas las cuentas, justificarán este acto final. Nada, desde este momento, nos pertenecerá a los dos.
    En mi caso, el juego terminará dramáticamente de un modo u otro, en cambio tú tendrás otra chance, tal el injusto término de piedad que puedo ofrecerte.
    Bien, basta de palabras...
    Sonrió con atildada resignación e hizo girar el tambor llevándose el revólver a la sien. Accionó el gatillo…
    - Bueno… no es mi día de suerte.
    Ahora veamos qué pasa contigo. Quiero que sepas que desde el primer día sentí asco por ti. No eres un hombre de honor, en cambio sí que cobarde y ruin. Le escupió en la cara. La saliva discurrió por los cauces abiertos por las lágrimas del individuo.
    - ¡¡Por favor no lo hagas¡¡ Te cederé todas mis acciones…Me iré con lo puesto y no me volverás a ver. ¡No lo hagas¡ ¡¡Noooo¡¡.
    Le apoyó el caño en la nuca. El tambor giró nuevamente, accionó el disparador…
    - El diablo te ampara maldito.
    Tomó un pañuelo y se secó con precaución el sudor de la frente y la nariz. Deshizo el rodete que se deslizó en cascada sobre los hombros. Los ojos adquirieron un brillo lujurioso.
    Repitió la operación…
    --------------------------------------------------------
    - Señor oficial, lo único que puedo declarar es que escuché nítidamente dos estampidos, algo espaciados. Por segundos quedé paralizado sin saber qué hacer. Pasado un tiempo de absoluto silencio me atreví a correr hacia el lugar de donde provenían y me introduje con mucho miedo en la casa. Y bueno…ahí están los desgraciados.
    No puedo agregar más nada.

    LUIS ALBERTO GONTADE ORSINI
    Agosto de 2012
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    RENDICIÓN DE CUENTAS Empty Re: RENDICIÓN DE CUENTAS

    Mensaje por deliapc Lun Sep 03, 2012 8:30 pm

    Buenísimooooo tu relato, Luis!!!
    Te felicito y gracias por compartirlo.


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    Delia

    "Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo pequeñas cosas, puede cambiar el mundo"
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    Mensaje por darkdubito Jue Sep 20, 2012 11:07 am

    Excelente narración, de primer nivel. Tienes gran talento para la novela, y es genial poder "tropezar" con un escrito de la magnitud y forma al que obedece el tuyo.
    En cuanto al argumento, me queda el asombro del final: Que aquella mujer deforme, pese a haber podido aplacar su despecho disparando al amarrado marido en aquélla macabra sesión de "ruleta rusa" decidiese quitarse la vida también. Un remate fabuloso.
    Tu escrito da para libro. Esperemos que se pueda leer dicho proyecto próximamente.

    Gusto leerte.

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