“Lo admirable de lo fantástico es que no es fantástico sino real” Breton
El poeta ha sido condenado a vivir en el subsuelo de la historia, a ser un desterrado sin decreto, un nadie hundido en la nada, un fantasma en una sociedad de consumo en donde no es considerado alguien que trabaja o produce puesto que los poemas no son mercancía. Esta sociedad de consumo y mercantilista que abolió una parte importante de la realidad, precisamente aquélla que de tiempos inmemorables fue el manantial que alimentó la poesía, no le reconoce valor social.
Casi nadie se siente representado en la poesía moderna porque antes, incluso, que ésta surgiera, fuimos mutilados y se nos olvidó la identidad que poseíamos antes de esa operación quirúrgica. En este mundo de seres incompletos aquel que habla de seres normales es considerado un visionario. Es así como el poeta y sus obras son expulsados del mundo “real” con la mitad perdida del Hombre. El desafío del arte moderno es restablecer el diálogo con esa mitad. Todas las alternativas de éste se orientan al reencuentro con esa parte reprimida del Hombre, de despertar a ese ser apenas viviendo, que como un fantasma en una ciudad de piedra y dinero, vive desposeído de la existencia concreta e histórica. El poeta se siente desgarrado junto con todos los que también fuimos despojados de esa parte y lanzados al abismo. Este destierro lo impele a llegar a la frontera última donde está el otro y aparecemos todos, revividos. Es arrojado a esta noche donde desconoce con que se encontrará, si con la vida o con la muerte. Después de despeñarse en el vacío, perdidos todos los asideros estará, en lo más profundo de éste, esperando el Hombre real con la mitad perdida, el Hombre original con toda su integridad; gozando de sensibilidad, intuición e imaginación; de su Ser total.
El caldo de cultivo de este logro son las épocas de crisis en las que la sociedad, llena de desesperación, cae en un hondo cuestionamiento de sus fundamentos. Cuando, en estas situaciones, la desesperanza inunda al Hombre surge la polémica sobre los valores de dicha sociedad mientras éste se encuentra a sí mismo.
Es así, como el poeta, es el fermento que ayudará a construir una sociedad más auténtica y sensible integrando esa parte de que fuimos despojados.
El poeta ha sido condenado a vivir en el subsuelo de la historia, a ser un desterrado sin decreto, un nadie hundido en la nada, un fantasma en una sociedad de consumo en donde no es considerado alguien que trabaja o produce puesto que los poemas no son mercancía. Esta sociedad de consumo y mercantilista que abolió una parte importante de la realidad, precisamente aquélla que de tiempos inmemorables fue el manantial que alimentó la poesía, no le reconoce valor social.
Casi nadie se siente representado en la poesía moderna porque antes, incluso, que ésta surgiera, fuimos mutilados y se nos olvidó la identidad que poseíamos antes de esa operación quirúrgica. En este mundo de seres incompletos aquel que habla de seres normales es considerado un visionario. Es así como el poeta y sus obras son expulsados del mundo “real” con la mitad perdida del Hombre. El desafío del arte moderno es restablecer el diálogo con esa mitad. Todas las alternativas de éste se orientan al reencuentro con esa parte reprimida del Hombre, de despertar a ese ser apenas viviendo, que como un fantasma en una ciudad de piedra y dinero, vive desposeído de la existencia concreta e histórica. El poeta se siente desgarrado junto con todos los que también fuimos despojados de esa parte y lanzados al abismo. Este destierro lo impele a llegar a la frontera última donde está el otro y aparecemos todos, revividos. Es arrojado a esta noche donde desconoce con que se encontrará, si con la vida o con la muerte. Después de despeñarse en el vacío, perdidos todos los asideros estará, en lo más profundo de éste, esperando el Hombre real con la mitad perdida, el Hombre original con toda su integridad; gozando de sensibilidad, intuición e imaginación; de su Ser total.
El caldo de cultivo de este logro son las épocas de crisis en las que la sociedad, llena de desesperación, cae en un hondo cuestionamiento de sus fundamentos. Cuando, en estas situaciones, la desesperanza inunda al Hombre surge la polémica sobre los valores de dicha sociedad mientras éste se encuentra a sí mismo.
Es así, como el poeta, es el fermento que ayudará a construir una sociedad más auténtica y sensible integrando esa parte de que fuimos despojados.
Última edición por deliapc el Jue Sep 13, 2012 3:41 pm, editado 1 vez
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