Llanto de la mujer sin hijo
El hijo que nunca tuve
yo no sé dónde se fue
y del que tuve no sé
por qué se me volvió nube.
Yo nunca pedí un querube
ni un ángel ni un ruiseñor,
yo pedí como el mejor
un niño que un niño fuera,
travieso y en bandolera,
un hijo para el amor.
Pero el cielo colorado
de negro tiñó mi sueño,
dejó mi arrullo sin dueño
y mis campos sin sembrado.
Todo pulcro y ordenado,
la pelota en su rincón
y exangüe mi corazón
al quedarme sin su abrazo
y a tantos vi sin regazo
que yo perdí la razón.
Perdonen mi cara sucia,
mojada en el desencanto
y las quejas de mi canto,
privadas de más argucia.
Me olviden sin más minucia
les pido sin más decoro,
a lo lejos se oye un lloro,
vayan, que los llama un niño
y cuéntenle del cariño
de una que perdió el tesoro.
Tú, niño que tienes nombre,
tú, niño que tienes pan,
piensa en tantos que no están
y en el que a golpes es hombre.
No digas que no me asombre
del daño y del abandono,
no digas que yo perdono
al que humilla a un principito,
pues yo miro al infinito
por no ser quien lo corono.
Todas las tierras le diera
y el mar en un libro manso
todos los astros que alcanzo
y el sol de la primavera.
Del horizonte la hoguera
que nos dice nada acaba,
si la vida es lucha brava
la victoria es del más puro
y el laurel, yo lo aseguro,
por siempre en su sien brotaba.
09 06 12
El hijo que nunca tuve
yo no sé dónde se fue
y del que tuve no sé
por qué se me volvió nube.
Yo nunca pedí un querube
ni un ángel ni un ruiseñor,
yo pedí como el mejor
un niño que un niño fuera,
travieso y en bandolera,
un hijo para el amor.
Pero el cielo colorado
de negro tiñó mi sueño,
dejó mi arrullo sin dueño
y mis campos sin sembrado.
Todo pulcro y ordenado,
la pelota en su rincón
y exangüe mi corazón
al quedarme sin su abrazo
y a tantos vi sin regazo
que yo perdí la razón.
Perdonen mi cara sucia,
mojada en el desencanto
y las quejas de mi canto,
privadas de más argucia.
Me olviden sin más minucia
les pido sin más decoro,
a lo lejos se oye un lloro,
vayan, que los llama un niño
y cuéntenle del cariño
de una que perdió el tesoro.
Tú, niño que tienes nombre,
tú, niño que tienes pan,
piensa en tantos que no están
y en el que a golpes es hombre.
No digas que no me asombre
del daño y del abandono,
no digas que yo perdono
al que humilla a un principito,
pues yo miro al infinito
por no ser quien lo corono.
Todas las tierras le diera
y el mar en un libro manso
todos los astros que alcanzo
y el sol de la primavera.
Del horizonte la hoguera
que nos dice nada acaba,
si la vida es lucha brava
la victoria es del más puro
y el laurel, yo lo aseguro,
por siempre en su sien brotaba.
09 06 12
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