Estoy paseando. ¿Por qué paseo? ¿Desde cuándo? Ha empezado a llover y noto frío. Me siento como una hoja, cualquiera de las que he pisado. ¿Por qué me siento como ella? Como aquel marrón y húmeda entre la hojarasca de Noviembre. ¿Cuándo la he visto? No sé. Siento mi cuerpo y mi alma pisados, marchitos, vapuleados por el otoño. Llueve intensamente. Me mojo. No creo. Deambulo por la Casa de campo. Precioso, todo ocre. No importa, así quizá la lluvia otoñal me purifique.
¿Por qué no me voy a casa? ¿Tengo casa? Recuerdos. Una casita, un pozo. Una chimenea, castañas calientes. Mujeres con pañuelos negros. Me interrumpen. ¿Qué quiere? ¿Qué dice? Me ha preguntado ¿cuánto? Ya sé. Me conoce ¿cuánto qué? No entiendo nada. Vete a casa.
Tengo frío. Mi abrigo está chorreando. Tirito.
A mi cabeza llegan imágenes, oleadas como náuseas.
Una farola, una esquina. Una pensión sórdida. Un colchón lleno de manchas. Mi cuerpo que recibe un cuerpo. Olor a vino, jadeos, repugnancia. Miro el techo. Hay humedad. Cuento los desconchones, las goteras ¡Qué acabe pronto¡ Cuento de nuevo. Las manchas mohosas... ¡Ya¡
Veo una cara, una sonrisa, un hilo de baba colgando por la comisura de los labios. Se limpia con la manga. Unos billetes. Un portazo. La cama. ¿Quién está en ella? ¿Soy yo? Sí. No puedo verlo claro. Seguro, soy yo. Me limpio las piernas con un trozo de toalla pardusca y descosida. Me visto. La calle. Hace frío. Otra vez arriba. Las goteras, la pintura descolorida, el colchón. Ya veo, ya entiendo lo que soy.
Pero no, estoy soñando. Yo vivo en un pueblo, leche recién ordeñada. Yo se ordeñar. Hago pan. Mi madre. Mi familia. ¿Dónde están ahora? ¿Cuál es el sueño? ¿Qué es real?... Mis pies. El barro. Mis zapatos pesan enormemente. Mi abrigo, plomo frío y húmedo sobre mis hombros. El viento. Cuchillo cortante. Mi cara, me duele. Estoy helada, ahora se pasa. Enseguida llego. Caliente, la chimenea está encendida. Mi madre me abraza. Me seca el pelo, leche caliente y miel. Un chorrito de coñac. Tibieza interior. Me adormezco. ¿Qué es esto, mi pie? ¿Y mi zapato?. Sólo uno. ¿ Y el otro? No sé. El charco, sí, estaba profundo.
-¡Madre, salga a buscarme¡ No me oye. Es el viento. Es muy fuerte.
-¡Feliii...¡ ¡Feli¡
- ¿Quién me llama? Madre. ¡Estoy aquí¡ La lluvia. La cara mojada. Lodo en la mejilla.
-¡La he encontrado¡
-¡Llevadla a casa, rápido¡ ¡Está delirando¡
-¡ Tiene tanta fiebre¡ ¡Pobrecilla¡
Frío. Mis huesos helados. Una cama. ¿ Y la cara babeante?. No está. Un termómetro. Sábanas limpias. Calor. Me abrasa el pecho.
- ¿ Y mi zapato?
- Aquí está, lo tengo yo
- ¡ Está muy mal¡
- Feli. Soy la Mari. Anda bebe este café. Has de ponerte bien. ¡Mujer sólo por una carta¡
- ¿Carta? No sé. Frío. Mis pies doloridos. La garganta me estalla. No es mi madre
- ¿Dónde está? ¿Quién eres?
- ¿Cómo? Pues la Mari. Tu compañera de esquina. Después de tres años ¿no me conoces?
- ¿Qué esquina? ¿Qué años? No sé. No puedo. Mi cabeza
- Te llegó una carta. De tu madre. Si ya lo sabías. No te quieren Feli. Saben lo tuyo. Tu trabajo. Tu vida. Aunque te digan esas burradas, no hagas caso. No puedes hacer nada.
- ¿Qué dice? ¿Qué vida? ¿Quién no me quiere? ¡Madreee¡
- ¡No chilles así Feli. Doña Lola nos ha dejado su cuarto. Nos vas a espantar a los clientes. Nos va a largar.
- Frío. La lluvia. Calor. El pecho. Me quemo. Pronto será Navidad. Tengo paquetes. Regalos. Mi familia. Dejo esto. Puedo cambiar. No saben nada. La cena está. Un pavo. Un árbol decorado con luces. Pasteles caseros. Me quieren, vuelvo a casa. Una carta. ¿Una carta? Es para los reyes magos. Una muñeca, un osito...
- No tenías que haberte escapado Feli. Con lo que llueve. Ya no estabas bien. Doña Lola espera que te pongas bien. Nos va ha dar más trabajo. Ahora con las fiestas...
- Trabajo. ¿Qué trabajo? Me voy a casa. Tengo regalos. Me duele el alma. Veo las hojas. Son de Noviembre. Estaban en la calle, mojadas, como yo.
- ¡Pobrecillas¡ Recoge las hojas.
- ¿Qué recoja las hojas? No entiendo Feli, qué dices
- Mi familia empieza el pavo. Falto yo. No esperan. Yo no estoy, tengo que ir. Llevo regalos. Mis ahorros, ya no tengo nada. No importa. Soy feliz. ¿Soy feliz? ¿Por qué?¡ Mis regalos¡ ¡El armario¡ ¡Arriba¡. Paquetes. Colores. Brillan lazos abundantes.
- Pero Feli , no hables tanto. Ahora viene el médico.
- Me quemo. La esquina. Billetes. ¡No, no soy yo¡
- Yo estaba paseando. Empezó a llover.
- He de coger el tren. Mi maleta. ¿Tengo maleta?
- ¡Feliii... ¡ ¡Feliii¡ ¡Doña Lola, se ha muerto¡
- Bueno. Pues una puta menos. Ahora viene el médico. Total para lo que hacía. Nunca me cayó bien. ¡Y tú, deja de lloriquear¡ ¡Ni que fuera tu novio¡ Escribes a su casa. Lo cuentas. Pero yo no quiero saber nada.
- No, me voy a recoger hojas. La Feli me lo ha pedido.
- ¡Otra loca¡ ¡Tienes que trabajar¡ ¡Si te vas, aquí no vuelvas¡
- ¡Pues si... tanta puñeta¡. Mañana querrán el aguinaldo, y un regalo por su santo
¿Por qué no me voy a casa? ¿Tengo casa? Recuerdos. Una casita, un pozo. Una chimenea, castañas calientes. Mujeres con pañuelos negros. Me interrumpen. ¿Qué quiere? ¿Qué dice? Me ha preguntado ¿cuánto? Ya sé. Me conoce ¿cuánto qué? No entiendo nada. Vete a casa.
Tengo frío. Mi abrigo está chorreando. Tirito.
A mi cabeza llegan imágenes, oleadas como náuseas.
Una farola, una esquina. Una pensión sórdida. Un colchón lleno de manchas. Mi cuerpo que recibe un cuerpo. Olor a vino, jadeos, repugnancia. Miro el techo. Hay humedad. Cuento los desconchones, las goteras ¡Qué acabe pronto¡ Cuento de nuevo. Las manchas mohosas... ¡Ya¡
Veo una cara, una sonrisa, un hilo de baba colgando por la comisura de los labios. Se limpia con la manga. Unos billetes. Un portazo. La cama. ¿Quién está en ella? ¿Soy yo? Sí. No puedo verlo claro. Seguro, soy yo. Me limpio las piernas con un trozo de toalla pardusca y descosida. Me visto. La calle. Hace frío. Otra vez arriba. Las goteras, la pintura descolorida, el colchón. Ya veo, ya entiendo lo que soy.
Pero no, estoy soñando. Yo vivo en un pueblo, leche recién ordeñada. Yo se ordeñar. Hago pan. Mi madre. Mi familia. ¿Dónde están ahora? ¿Cuál es el sueño? ¿Qué es real?... Mis pies. El barro. Mis zapatos pesan enormemente. Mi abrigo, plomo frío y húmedo sobre mis hombros. El viento. Cuchillo cortante. Mi cara, me duele. Estoy helada, ahora se pasa. Enseguida llego. Caliente, la chimenea está encendida. Mi madre me abraza. Me seca el pelo, leche caliente y miel. Un chorrito de coñac. Tibieza interior. Me adormezco. ¿Qué es esto, mi pie? ¿Y mi zapato?. Sólo uno. ¿ Y el otro? No sé. El charco, sí, estaba profundo.
-¡Madre, salga a buscarme¡ No me oye. Es el viento. Es muy fuerte.
-¡Feliii...¡ ¡Feli¡
- ¿Quién me llama? Madre. ¡Estoy aquí¡ La lluvia. La cara mojada. Lodo en la mejilla.
-¡La he encontrado¡
-¡Llevadla a casa, rápido¡ ¡Está delirando¡
-¡ Tiene tanta fiebre¡ ¡Pobrecilla¡
Frío. Mis huesos helados. Una cama. ¿ Y la cara babeante?. No está. Un termómetro. Sábanas limpias. Calor. Me abrasa el pecho.
- ¿ Y mi zapato?
- Aquí está, lo tengo yo
- ¡ Está muy mal¡
- Feli. Soy la Mari. Anda bebe este café. Has de ponerte bien. ¡Mujer sólo por una carta¡
- ¿Carta? No sé. Frío. Mis pies doloridos. La garganta me estalla. No es mi madre
- ¿Dónde está? ¿Quién eres?
- ¿Cómo? Pues la Mari. Tu compañera de esquina. Después de tres años ¿no me conoces?
- ¿Qué esquina? ¿Qué años? No sé. No puedo. Mi cabeza
- Te llegó una carta. De tu madre. Si ya lo sabías. No te quieren Feli. Saben lo tuyo. Tu trabajo. Tu vida. Aunque te digan esas burradas, no hagas caso. No puedes hacer nada.
- ¿Qué dice? ¿Qué vida? ¿Quién no me quiere? ¡Madreee¡
- ¡No chilles así Feli. Doña Lola nos ha dejado su cuarto. Nos vas a espantar a los clientes. Nos va a largar.
- Frío. La lluvia. Calor. El pecho. Me quemo. Pronto será Navidad. Tengo paquetes. Regalos. Mi familia. Dejo esto. Puedo cambiar. No saben nada. La cena está. Un pavo. Un árbol decorado con luces. Pasteles caseros. Me quieren, vuelvo a casa. Una carta. ¿Una carta? Es para los reyes magos. Una muñeca, un osito...
- No tenías que haberte escapado Feli. Con lo que llueve. Ya no estabas bien. Doña Lola espera que te pongas bien. Nos va ha dar más trabajo. Ahora con las fiestas...
- Trabajo. ¿Qué trabajo? Me voy a casa. Tengo regalos. Me duele el alma. Veo las hojas. Son de Noviembre. Estaban en la calle, mojadas, como yo.
- ¡Pobrecillas¡ Recoge las hojas.
- ¿Qué recoja las hojas? No entiendo Feli, qué dices
- Mi familia empieza el pavo. Falto yo. No esperan. Yo no estoy, tengo que ir. Llevo regalos. Mis ahorros, ya no tengo nada. No importa. Soy feliz. ¿Soy feliz? ¿Por qué?¡ Mis regalos¡ ¡El armario¡ ¡Arriba¡. Paquetes. Colores. Brillan lazos abundantes.
- Pero Feli , no hables tanto. Ahora viene el médico.
- Me quemo. La esquina. Billetes. ¡No, no soy yo¡
- Yo estaba paseando. Empezó a llover.
- He de coger el tren. Mi maleta. ¿Tengo maleta?
- ¡Feliii... ¡ ¡Feliii¡ ¡Doña Lola, se ha muerto¡
- Bueno. Pues una puta menos. Ahora viene el médico. Total para lo que hacía. Nunca me cayó bien. ¡Y tú, deja de lloriquear¡ ¡Ni que fuera tu novio¡ Escribes a su casa. Lo cuentas. Pero yo no quiero saber nada.
- No, me voy a recoger hojas. La Feli me lo ha pedido.
- ¡Otra loca¡ ¡Tienes que trabajar¡ ¡Si te vas, aquí no vuelvas¡
- ¡Pues si... tanta puñeta¡. Mañana querrán el aguinaldo, y un regalo por su santo
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