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por Leyre Jue Mar 15, 2012 7:34 amDe la mirada es tu caudal rayado
de esa inmóvil certidumbre
la marea en tu boca,
así es tu clamor que satisface
mis imágenes rescatadas cada día.
Lo que capta de mi tu instante
lo que apenas queda en espera,
cuando ese gran desconocido
nos talla en color y forma asemejada.
Aunque desaparezcan las constelaciones
y en la playa los buques abrumados
se sientan como bestias acosadas,
siempre habrá días que enciendas las auroras
en mi frágil docilidad momentánea.
Y la tierra te levantará en ciprés dorado
conteniendo el suave terciopelo,
sobre las negras escolleras en invierno
cuando tus manos eleven el rocío.
A partir de ese instante
como un viejo esplendor que nos arropa
de un tiempo sin relojes,
tu retazo será en mi el paisaje
concluido en horizonte,
esa resonancia lejana
que compartes conmigo,
nuestra satisfacción íntima
que nos acompasa ascendiendo
de la marea a tu boca.
de esa inmóvil certidumbre
la marea en tu boca,
así es tu clamor que satisface
mis imágenes rescatadas cada día.
Lo que capta de mi tu instante
lo que apenas queda en espera,
cuando ese gran desconocido
nos talla en color y forma asemejada.
Aunque desaparezcan las constelaciones
y en la playa los buques abrumados
se sientan como bestias acosadas,
siempre habrá días que enciendas las auroras
en mi frágil docilidad momentánea.
Y la tierra te levantará en ciprés dorado
conteniendo el suave terciopelo,
sobre las negras escolleras en invierno
cuando tus manos eleven el rocío.
A partir de ese instante
como un viejo esplendor que nos arropa
de un tiempo sin relojes,
tu retazo será en mi el paisaje
concluido en horizonte,
esa resonancia lejana
que compartes conmigo,
nuestra satisfacción íntima
que nos acompasa ascendiendo
de la marea a tu boca.
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