Febrero en el hospital
Cama cuatro
De un hospital es grandioso
yacer junto a la ventana,
ver del sol la luz temprana
desde tu cama en reposo.
Del ave el vuelo glorioso,
de las nubes el gran viaje,
ésta es un buey, ésta un paje
y aquella es un lagrimón,
que de mis ojos al son
completa el Fausto paisaje.
Adentro todo es lo mismo:
enfermos versus doctores,
cada cual con sus dolores,
con su fe, con su estoicismo.
También van con su mutismo,
o pálidos o de blanco,
quién es quién en este tranco,
no lo sé ni lo comprendo,
que a todos veo sufriendo,
como al filo de un barranco.
Y es que si hay camas de espera
no hay camas en cirugía,
así nadie sabe el día
en que el paciente se opera.
Y así muchos, dentro y fuera,
terminan en ataúd,
no por falta de virtud,
sino por no ser privados,
gran riesgo en los gobernados
si es pública la salud.
Yo, Óscar Pérez, cama cuatro,
sala cuatrocientos nueve,
declaro que no se debe
del enfermo hacer teatro.
Por causa de esto me encatro
en esta posta de urgencia
y espero con impaciencia
mi turno en la cirugía
pues mi brazo rompo el día
que caigo en la incompetencia.
Les dejo este testimonio
y junto a él mi esperanza
de en mejora y en mudanza
volver ángel al demonio.
Se los dice Óscar Antonio,
paciente del ventanal,
dentro y fuera del cristal,
mirando pasar el mundo
y luchando en lo profundo
por dar fin a tanto mal.
02 02 12
Cama cuatro
De un hospital es grandioso
yacer junto a la ventana,
ver del sol la luz temprana
desde tu cama en reposo.
Del ave el vuelo glorioso,
de las nubes el gran viaje,
ésta es un buey, ésta un paje
y aquella es un lagrimón,
que de mis ojos al son
completa el Fausto paisaje.
Adentro todo es lo mismo:
enfermos versus doctores,
cada cual con sus dolores,
con su fe, con su estoicismo.
También van con su mutismo,
o pálidos o de blanco,
quién es quién en este tranco,
no lo sé ni lo comprendo,
que a todos veo sufriendo,
como al filo de un barranco.
Y es que si hay camas de espera
no hay camas en cirugía,
así nadie sabe el día
en que el paciente se opera.
Y así muchos, dentro y fuera,
terminan en ataúd,
no por falta de virtud,
sino por no ser privados,
gran riesgo en los gobernados
si es pública la salud.
Yo, Óscar Pérez, cama cuatro,
sala cuatrocientos nueve,
declaro que no se debe
del enfermo hacer teatro.
Por causa de esto me encatro
en esta posta de urgencia
y espero con impaciencia
mi turno en la cirugía
pues mi brazo rompo el día
que caigo en la incompetencia.
Les dejo este testimonio
y junto a él mi esperanza
de en mejora y en mudanza
volver ángel al demonio.
Se los dice Óscar Antonio,
paciente del ventanal,
dentro y fuera del cristal,
mirando pasar el mundo
y luchando en lo profundo
por dar fin a tanto mal.
02 02 12
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