Aunque pensándolo bien tu tenías por ese entonces 18 ó 19 y yo andaba montado en los 42 (tu madre se halaba los cabellos con sólo presentirme rondando la casa) Tu padre que era (descanse en paz) un hideputa de marca mayor, se compró una 38 de 6 tiros con la sanísima idea de abrirme unos agujeritos de ventilación en la cabeza (dulce viejito, Dios lo guarde) Como se ve de una, y sin necesidad de cartomancia o telescopia, nuestro buen amor siempre estuvo impregnado de abrazos y de números.
O aquella esa otra vez que nos descubrieron en lo del gato, a punto de alquilar una camita para solucionarnos los discontinuos espaciales a fuerza de abejas por el borde de los ojos, de poemas musitados mordiéndote la oreja, de besos y sudores compartidos. Y claro, fue inevitable: ¡viejo verde, asalta cunas, es sólo una niña, que no lo vea de nuevo, lárguese o le suelto un plomo! ¡Fuera, fuera de una vez, fuera o llamo a la policía:
Igual me largué (tenías una lágrima en cada ojito pero que remedio) me fui calle abajo con el cigarro y la sonrisa en los labios. Ni tu madre ni tu padre serían capaces de apartarnos (¿cómo separas dos siameses con un solo corazón?) ¿De dónde sacan ese par de culos viejos que son Alejandro para cortar el nudo? ¡Nadie, ¿me oyeron?, ¡nadie nos caga en el plato!, ¡nadie y punto! (pero el punto no lo puse yo sino la otra. Lo mío fue más bien una coma que dio risa)
Después llegó esa perra vaina la sin cara, la que sucedió cuando me dijeron tiene esto medio raro en la sangre que se la está tragando de a poquito, que no le va a permitir ni arrimar la nariz a los 20 (otra vez los putos números) Y tú dijiste mi nombre y ellos no querían pero tuvieron que, y me dejaron entrar y allí estuve: quieto, desnudo, mirándote ir en pedacitos de colores y pájaros sin regreso.
Más tarde fueron tus manos y las venas azules cabalgando por encima de la piel. Una palidez como de suspiro que se adelgaza hasta perderse de vista, un lugar de huesos que ya no tienen sitio entre pecho y espalda, un bajarte los párpados para dejarte ir, para depositarte en esa mueca estúpida, en ese guiño brutal de lo irreversible.
Y yo me quedé: variante de mueble ausente de todo, estúpido sillón fumando interminables cigarrillos, haz de luz incompleto, sombra sin figura, laberinto sin centro, reflejo sin hombre, aullido sin lobo.
Y yo me quedé.
Y todavía estoy.
O aquella esa otra vez que nos descubrieron en lo del gato, a punto de alquilar una camita para solucionarnos los discontinuos espaciales a fuerza de abejas por el borde de los ojos, de poemas musitados mordiéndote la oreja, de besos y sudores compartidos. Y claro, fue inevitable: ¡viejo verde, asalta cunas, es sólo una niña, que no lo vea de nuevo, lárguese o le suelto un plomo! ¡Fuera, fuera de una vez, fuera o llamo a la policía:
Igual me largué (tenías una lágrima en cada ojito pero que remedio) me fui calle abajo con el cigarro y la sonrisa en los labios. Ni tu madre ni tu padre serían capaces de apartarnos (¿cómo separas dos siameses con un solo corazón?) ¿De dónde sacan ese par de culos viejos que son Alejandro para cortar el nudo? ¡Nadie, ¿me oyeron?, ¡nadie nos caga en el plato!, ¡nadie y punto! (pero el punto no lo puse yo sino la otra. Lo mío fue más bien una coma que dio risa)
Después llegó esa perra vaina la sin cara, la que sucedió cuando me dijeron tiene esto medio raro en la sangre que se la está tragando de a poquito, que no le va a permitir ni arrimar la nariz a los 20 (otra vez los putos números) Y tú dijiste mi nombre y ellos no querían pero tuvieron que, y me dejaron entrar y allí estuve: quieto, desnudo, mirándote ir en pedacitos de colores y pájaros sin regreso.
Más tarde fueron tus manos y las venas azules cabalgando por encima de la piel. Una palidez como de suspiro que se adelgaza hasta perderse de vista, un lugar de huesos que ya no tienen sitio entre pecho y espalda, un bajarte los párpados para dejarte ir, para depositarte en esa mueca estúpida, en ese guiño brutal de lo irreversible.
Y yo me quedé: variante de mueble ausente de todo, estúpido sillón fumando interminables cigarrillos, haz de luz incompleto, sombra sin figura, laberinto sin centro, reflejo sin hombre, aullido sin lobo.
Y yo me quedé.
Y todavía estoy.
Última edición por LOBOLEJANO el Vie Mar 02, 2012 7:37 am, editado 1 vez
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