Un Amor Suicida

Allí estaba Rogelio sentado en la esquina del bar con una botella de ron cubano en la mano imaginando como cortarse las venas sin dolor, rápidamente. Aun no podía creer cómo era posible que Dios lo castigase de tan cruel manera.
-"Y yo tanto que la quería y la cuidaba."- decía entre labios, inclinándose otro trago más mientras las lágrimas bañaban su rostro. Lloraba con sentimiento y gemidos, como aquel que ha perdido al gran amor de su vida.

Tantos años que pasaron juntos queriéndose apasionadamente como Romeo y Julieta y ahora este inesperado accidente los separaba de una vez por todas. Tantos años haciendo el amor jocosamente a diario e inventando ritos y posiciones a diestra y siniestra, al punto que ahora se le hacía difícil continuar viviendo sin su linda princesa. -"Me quiero morir," gritaba a pulmón abierto, mientras una canción de Vicente Fernández atizaba el momento.

Nunca le importó que ella no supiera cocinar o que nunca le lavara la ropa, ni mucho menos que ella fuera sorda y muda. Para Rogelio, ella era la hembra ideal, hecha a su medida perfecta. Jamás se quejaba de él, y siempre lo esperaba desnuda a toda hora lista para complacerlo en todos sus deseos eróticos.

Cada vez que se acordaba del accidente, lo atacaba una rabieta que lo ponía pésimo y brusco. El, subido al armario como Batman, listo para descender sobre su Gatubela que lo esperaba de piernas abiertas sobre la cama. Al caer de golpe, él notó como ella poco a poco fue perdiendo el aliento hasta quedarse vacía y fría, sin responder. Hizo lo que pudo por salvarla. Trató de revivirla dándole respiración de boca a boca pero fue imposible. El daño era irreparable.

El mundo se le vino encima al ver a su bella amante tirada sobre la cama, arrugada y sin vida. Fue entonces que decidió fatalmente cortarse las venas y morir con ella. Sabía muy bien que nunca encontraría remplazo alguno para su querida amante, ya que dicha edición de muñecas inflables de plástico hechas en China fue limitada.

Azael, hasta el final imagine una mujer, me desconcertaste....ya que dicha edición de muñecas inflables de plástico hechas en China fue limitada. jajajaja. Cuando leia recordaba un divorcio donde el lamentaba que no estuviera màs con esa mujer que no hacia nada por èl...pero siempre tenìa las uñas arregladas.
Muy bueno tu relato. Besos BETT

Excelente poeta y el remate de bett también jejeje, que bueno es tenerlos poetas, a ti Azael por tus palabras y tus escritos tan finos, me encantan y los disfruto muchisimo.
Te sigo leyendo amigo.