d]]El Profeta que vino del polvo. (canto VII)
VII
Parece como, si esa gran empresa
pública que es hoy la administración;
la cual debería dar a las otras
buenos ejemplos de eficacia, fuese
un refugio de vagos e incompetentes.
¿Cómo se explica, si no que en plena era
cibernética halla más funcionarios
que nunca; y sin embargo, también más
demora que nunca en todos los
trámites administrativos…?
La mala gestión de este colectivo
no deja de ser de dominio público;
sin embargo, nadie se atreve a alzar
la voz contra ellos.
Nosotros; aquí lo hacemos: decimos
que, el coste de su mantenimiento que
corre a cuenta del erario público,
constituye un pozo sin fondo donde
van a parar inútilmente casi
todos los esfuerzos colectivos.
Sin embargo, y con todos sus defectos
ellos son la base donde se asientan
los podridos pilares del sistema.
Por eso nosotros, tal y como son
en la actualidad, prescindiremos de
ellos en el nuevo orden.
Sí, hermanos míos; en el nuevo orden
prescindiremos de muchas cosas.
Mas, no penséis por ello que estamos
promoviendo la anarquía.
Pues, todo orden necesita unas normas
a seguir.
Nosotros proponemos un orden con
tal grado de perfección, que, en él será
el propio infractor de la norma quien se
acuse así mismo de su falta, ante
la autoridad y exija la sanción
correspondiente para expiarla.
Obrando de este modo, el infractor
tendrá la sensación de haber cumplido
con un deber cívico y no la de ser
atracado en plena calle; como le
ocurre hoy.
VII
Parece como, si esa gran empresa
pública que es hoy la administración;
la cual debería dar a las otras
buenos ejemplos de eficacia, fuese
un refugio de vagos e incompetentes.
¿Cómo se explica, si no que en plena era
cibernética halla más funcionarios
que nunca; y sin embargo, también más
demora que nunca en todos los
trámites administrativos…?
La mala gestión de este colectivo
no deja de ser de dominio público;
sin embargo, nadie se atreve a alzar
la voz contra ellos.
Nosotros; aquí lo hacemos: decimos
que, el coste de su mantenimiento que
corre a cuenta del erario público,
constituye un pozo sin fondo donde
van a parar inútilmente casi
todos los esfuerzos colectivos.
Sin embargo, y con todos sus defectos
ellos son la base donde se asientan
los podridos pilares del sistema.
Por eso nosotros, tal y como son
en la actualidad, prescindiremos de
ellos en el nuevo orden.
Sí, hermanos míos; en el nuevo orden
prescindiremos de muchas cosas.
Mas, no penséis por ello que estamos
promoviendo la anarquía.
Pues, todo orden necesita unas normas
a seguir.
Nosotros proponemos un orden con
tal grado de perfección, que, en él será
el propio infractor de la norma quien se
acuse así mismo de su falta, ante
la autoridad y exija la sanción
correspondiente para expiarla.
Obrando de este modo, el infractor
tendrá la sensación de haber cumplido
con un deber cívico y no la de ser
atracado en plena calle; como le
ocurre hoy.
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