Presagio de rutilantes bellezas cual sediento cardo, la noche fluctúa un oro simiente,
helado frenesí, tu cuerpo baña, luna caliente, la esfera sin embargo
procelosa sin el desmentir la luz a un cedro que impropia su marea de viento
cual asiduo cantar la noche las estrellas su lamento
y entre fugas y reclamos, al sudoeste baten las llanuras
y acompasa la música del cielo su fragor esmaltado de risueñas locuras
entre bóvedas adversas y nocturnos cantos
que se apropian la mirada de tu vientre y sólido busto cual enseña misteriosa
de tu piel de sol en medio de la oscuridad
y miente mi amorío cuando en tu cabello, la batalla de tu pelo
agobia mi rutilante caoba ensueño sin embargo tu mirada
y el sigilo entre tus piernas, entre tus brazos el crepúsculo de un sueño
que penetra jazmines etéreos en lunas palpables y silencios de plata
El maíz de tu cuerpo sola bañas la aridez
que murmura sed de noche y de luciérnagas en torno a ti, celadas
y apropia el letargo de tu vientre la poderosa rosa
que hiberna en cautiverios, las estrellas de tus ojos...
Cardumen de niña dentro de mí
insomne vela de sedienta boca
absteniendo sin embargo su cadencia de oro nocturno en el velamen roto
donde siembras, mujer, tu cálida belleza
penetrando en el ocaso infinito de tu vaivén de adoptado murmullo…
Mi corazón extenúa su baño de ti
resplandece el latir de un álamo en el viento
y las estrellas pueblan detrás su multiplicado oro de nacientes lluvias, y plectros
de añoranza sostenidas.
helado frenesí, tu cuerpo baña, luna caliente, la esfera sin embargo
procelosa sin el desmentir la luz a un cedro que impropia su marea de viento
cual asiduo cantar la noche las estrellas su lamento
y entre fugas y reclamos, al sudoeste baten las llanuras
y acompasa la música del cielo su fragor esmaltado de risueñas locuras
entre bóvedas adversas y nocturnos cantos
que se apropian la mirada de tu vientre y sólido busto cual enseña misteriosa
de tu piel de sol en medio de la oscuridad
y miente mi amorío cuando en tu cabello, la batalla de tu pelo
agobia mi rutilante caoba ensueño sin embargo tu mirada
y el sigilo entre tus piernas, entre tus brazos el crepúsculo de un sueño
que penetra jazmines etéreos en lunas palpables y silencios de plata
El maíz de tu cuerpo sola bañas la aridez
que murmura sed de noche y de luciérnagas en torno a ti, celadas
y apropia el letargo de tu vientre la poderosa rosa
que hiberna en cautiverios, las estrellas de tus ojos...
Cardumen de niña dentro de mí
insomne vela de sedienta boca
absteniendo sin embargo su cadencia de oro nocturno en el velamen roto
donde siembras, mujer, tu cálida belleza
penetrando en el ocaso infinito de tu vaivén de adoptado murmullo…
Mi corazón extenúa su baño de ti
resplandece el latir de un álamo en el viento
y las estrellas pueblan detrás su multiplicado oro de nacientes lluvias, y plectros
de añoranza sostenidas.
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