A tu grandeza
Es el orden
de la vida,
la eternidad
de tu pensamiento.
Es tu inmutable
silencio,
el alba siempre azul.
Y desde la ventana
de un tren,
mis ojos se pierden
entre lagunas anaranjadas
y cielos de plata;
y la noche se renueva
después del atardecer.
Tu grandeza
inescrutable,
martiriza mi alma.
Pero te adoro
en tu incesante
creación,
y en la monotonía
de la arena
siempre blanca,
con la tibieza
del astro sol.
Amado,
estás en las rocas,
y en la tristeza
del mar.
Su vaivén
me habla de ti.
Tu compasión
es más extensa
que tu justicia,
y atraviesa
los umbrales
de la muerte.
Tu sabiduría
es como piedra tallada,
incrustada de gemas,
más inmutable
que el universo.
¿Quién comprende
tu ser inexplicable?
Ni aunque viviera
mil años,
lo sabría.
Aqui espero
en quietud,
el canto de las aves,
el trino escandaloso
del amanecer.
Pero mucho más
te espero a ti,
mi Dios.
Tu canto elevado
en la profundidad
del cosmos;
tu soledad
desconocida.
Ingrid Zetterberg
Dedicado a Jehová mi adorado Dios
Todos los derechos reservados
S.C. Cta. # 1107040430657
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