que venga la paz
en el horizonte se dibuja
el hongo de una explosión
en medio del contubernio
y la enemistad de una nación
la niña triste, se sienta en su silla
perdida la mirada, su madre en la orilla
trenza sus cabellos, acaricia su pelo
sus ojos cansados de tanto desvelo
a lo lejos se oye el aullido del dolor
hermano contra hermano
se despliega el odio
mientras huye el amor
la niña ruega, de rodillas a su santo
que su padre viva, que no tarde tanto
mientras que su madre en la cocina llora
llevan tres días de lucha y ya lo añora
al otro lado del cerco, la sangre se derrama
como arroyo crecido, a borbotones mana
del pecho del anciano, del joven, del niño
la muerte de tajo, les hizo su guiño
la niña peinada,
juega ensimismada
la madre reza rosario en manos
que venga la paz, entre los hermanos
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