Tu piel de luz irradia lento perfume consumido
en voz enamorada y silencio pleno,
tu dócil sabor en los labios y en el seno
encienden la noche en los astros que han huido.
Goza un instante quieto, de tu vestido
hasta tus piernas, venablos las doncellas de tus pies
como letargos solamente separados del dolido
intento de volar hacia las cumbres carmesíes.
Estrella, has de saber: que mi mirada no te toma
por el abrazo de la sombra, manantial de gracia
donde el perfume a tu voz toca y asoma
la dulzura al despertar del sol tu espuma lacia.
Cabellos de oro en las sábanas de cristal de la alameda
cual voces del trinar tu solo encanto
del que abruma la bandada de viento y nace cuanto
bribón de estrellas alce, dormir colchón de seda.
Vuelvo a tus manos, a la armadura, a tu semblante
tus manos en la piel iluminan un instante
el brillo de mi alma en tus ojos de diamante.
Cerca, la luna yace espejos vespertinos
que en la ciénaga al encanto, suaves tinos
de tus ojos, llamas cinceladas, los sueña grave amante.
Restaura los céfiros que silban tu cuerpo de centella
y en la bruma aciaga difunde fuego y bella…
Amanecer, amanecer junto a doncella
süave despertar conmigo estrella.
en voz enamorada y silencio pleno,
tu dócil sabor en los labios y en el seno
encienden la noche en los astros que han huido.
Goza un instante quieto, de tu vestido
hasta tus piernas, venablos las doncellas de tus pies
como letargos solamente separados del dolido
intento de volar hacia las cumbres carmesíes.
Estrella, has de saber: que mi mirada no te toma
por el abrazo de la sombra, manantial de gracia
donde el perfume a tu voz toca y asoma
la dulzura al despertar del sol tu espuma lacia.
Cabellos de oro en las sábanas de cristal de la alameda
cual voces del trinar tu solo encanto
del que abruma la bandada de viento y nace cuanto
bribón de estrellas alce, dormir colchón de seda.
Vuelvo a tus manos, a la armadura, a tu semblante
tus manos en la piel iluminan un instante
el brillo de mi alma en tus ojos de diamante.
Cerca, la luna yace espejos vespertinos
que en la ciénaga al encanto, suaves tinos
de tus ojos, llamas cinceladas, los sueña grave amante.
Restaura los céfiros que silban tu cuerpo de centella
y en la bruma aciaga difunde fuego y bella…
Amanecer, amanecer junto a doncella
süave despertar conmigo estrella.
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