A Néstor, el extraviado
Tú no eres ni has sido aquel niño índigo,
eres tan sólo el hombre simple y más común,
un hombre agitado por su desventura,
un hombre asustado por su propia luz,
un hombre que niega toda su estatura,
un hombre atrapado cual ola en la sal.
Para ser otra vez niño en ese hombre,
deja ya ese vientre de duelo y desdén,
sal de tu egoísmo, levanta la frente,
da por fin el grito que te haga renacer.
Todo tiempo es breve,
toda vida es lucha,
todo sueño es poco,
todo es riesgo y fe.
Óyete a ti mismo, súmate a quien eres,
no cuentes a otros lo que en ti no ves,
no te engañes, Néstor, sal de tu vaivenes,
o húndete hasta el fondo sin ondear pañuelo
o se valientemente lo que quieres ser.
No se puede pedir lo que no ofrecemos,
no se puede dar lo que no quieres ser,
no hay pastillas ni aire contra lo que hacemos,
para ser un niño falta la verdad.
Con mucho cariño, sin ningún respeto,
te escribo estas líneas con honestidad,
nunca he sido índigo, nunca has sido Néstor,
son demasiadas caras las que lleva tu faz.
Soy el más perdido, el menos educado,
pero soy quien soy y en eso estoy en paz.
Si no has de hacerme caso, háztelo a ti mismo,
si nunca más me entero ya es por tu bienestar.
Tú no eres ni has sido aquel niño índigo,
eres tan sólo el hombre simple y más común,
un hombre agitado por su desventura,
un hombre asustado por su propia luz,
un hombre que niega toda su estatura,
un hombre atrapado cual ola en la sal.
Para ser otra vez niño en ese hombre,
deja ya ese vientre de duelo y desdén,
sal de tu egoísmo, levanta la frente,
da por fin el grito que te haga renacer.
Todo tiempo es breve,
toda vida es lucha,
todo sueño es poco,
todo es riesgo y fe.
Óyete a ti mismo, súmate a quien eres,
no cuentes a otros lo que en ti no ves,
no te engañes, Néstor, sal de tu vaivenes,
o húndete hasta el fondo sin ondear pañuelo
o se valientemente lo que quieres ser.
No se puede pedir lo que no ofrecemos,
no se puede dar lo que no quieres ser,
no hay pastillas ni aire contra lo que hacemos,
para ser un niño falta la verdad.
Con mucho cariño, sin ningún respeto,
te escribo estas líneas con honestidad,
nunca he sido índigo, nunca has sido Néstor,
son demasiadas caras las que lleva tu faz.
Soy el más perdido, el menos educado,
pero soy quien soy y en eso estoy en paz.
Si no has de hacerme caso, háztelo a ti mismo,
si nunca más me entero ya es por tu bienestar.
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