Cita en la patria
Viertan en ella el salitre despoblado,
la costa gris y azul con sus guitarras,
con sus gaviotas derrotadas en petróleo
y el trigo sin peinar, la ruca y sus matrices.
Viertan en ella la capital y sus desiertos,
lagar de sueños, tras vitrinas, tras miradas.
Viertan la sangre que regó los brotes, muelan
racimos de la ira, la muerte y la esperanza.
Denle a la estrella el reposo del amado,
traigan sus muertos, sus heridos, sus secretos,
y beban, beban, pues, el vino rojo de la patria.
Bebe de un trago su vida, la entereza
de los volcanes al costero hallazgo,
de la semilla al cóndor inclemente,
de la estación al ciclo de la hoguera.
¿Vas a venir?, le pregunté a la cordillera,
no dijo nada, rascó sus canas, pero vino,
¿vendrás tú?, capitán, le dije a Dios, aquí hay dos copas,
él nos miró, miró su cruz de retorcidas parras
y dijo Chile, voy, Violeta, voy, Pablo, silencio,
guarda tu fe, guarda arreboles y confianzas.
¿Vas a venir?, le dije al hombre cabizbajo,
al español que trajo fierro y cacerolas y llagas
y al indio que perdió la historia y no la tierra,
al lóbrego soldado que engañado fue tormento,
al pobre, a la mujer de trenzas de azabache.
A todos pregunté, hasta al pasado si vendría,
y también vino, compañeros, salud y hasta mañana.
01 02 11
Viertan en ella el salitre despoblado,
la costa gris y azul con sus guitarras,
con sus gaviotas derrotadas en petróleo
y el trigo sin peinar, la ruca y sus matrices.
Viertan en ella la capital y sus desiertos,
lagar de sueños, tras vitrinas, tras miradas.
Viertan la sangre que regó los brotes, muelan
racimos de la ira, la muerte y la esperanza.
Denle a la estrella el reposo del amado,
traigan sus muertos, sus heridos, sus secretos,
y beban, beban, pues, el vino rojo de la patria.
Bebe de un trago su vida, la entereza
de los volcanes al costero hallazgo,
de la semilla al cóndor inclemente,
de la estación al ciclo de la hoguera.
¿Vas a venir?, le pregunté a la cordillera,
no dijo nada, rascó sus canas, pero vino,
¿vendrás tú?, capitán, le dije a Dios, aquí hay dos copas,
él nos miró, miró su cruz de retorcidas parras
y dijo Chile, voy, Violeta, voy, Pablo, silencio,
guarda tu fe, guarda arreboles y confianzas.
¿Vas a venir?, le dije al hombre cabizbajo,
al español que trajo fierro y cacerolas y llagas
y al indio que perdió la historia y no la tierra,
al lóbrego soldado que engañado fue tormento,
al pobre, a la mujer de trenzas de azabache.
A todos pregunté, hasta al pasado si vendría,
y también vino, compañeros, salud y hasta mañana.
01 02 11
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