Linchado por gaviotas
Linchado por gaviotas, agredido
por sal de siete mares y el naufragio
de tanta soledad, de cornamentas
que crecen donde hay musgos y epitafios.
Se fue, se hartó, compró camisas rojas
y detuvo en su boca los licores,
dejó caer la copa, y sin rigores
comió de cada mesa y cada teatro.
Contuvo su maldad, corrió al regazo
de impura noche y hada somnolienta,
habitó en su cintura y tuvo tiempo
de madurar su voz entre las piernas.
Agravio fue encontrar su fe perdida,
su torpe pantalón sin más camino,
su madre al renacer entre payasos,
su propia brevedad eterna y sola.
El caso es que su nombre entró al olvido,
la cosa es que su boca no me nombra,
algunos de sus pares que han venido
lo vieron palpitar contra una sombra.
¿Es joven o era viejo, se hará niño?
Ninguno lo sabrá, mas por sus dones
la muerte lo abrazó con gran cariño.
Por eso, cuando miro los ocasos,
cuando el amado mar besa mis plantas,
recuerdo este episodio entre sargazos
que el duelo hace cruzar por mi garganta.
Mañana olvidaremos como siempre,
tampoco importará que nos olviden,
pero en la arena el tiempo en que te invoco
las olas borran, locas e invisibles.
Yo me hundo como ustedes, compañeros,
la lágrima es mi prueba y lo inasible.
18 01 11
Linchado por gaviotas, agredido
por sal de siete mares y el naufragio
de tanta soledad, de cornamentas
que crecen donde hay musgos y epitafios.
Se fue, se hartó, compró camisas rojas
y detuvo en su boca los licores,
dejó caer la copa, y sin rigores
comió de cada mesa y cada teatro.
Contuvo su maldad, corrió al regazo
de impura noche y hada somnolienta,
habitó en su cintura y tuvo tiempo
de madurar su voz entre las piernas.
Agravio fue encontrar su fe perdida,
su torpe pantalón sin más camino,
su madre al renacer entre payasos,
su propia brevedad eterna y sola.
El caso es que su nombre entró al olvido,
la cosa es que su boca no me nombra,
algunos de sus pares que han venido
lo vieron palpitar contra una sombra.
¿Es joven o era viejo, se hará niño?
Ninguno lo sabrá, mas por sus dones
la muerte lo abrazó con gran cariño.
Por eso, cuando miro los ocasos,
cuando el amado mar besa mis plantas,
recuerdo este episodio entre sargazos
que el duelo hace cruzar por mi garganta.
Mañana olvidaremos como siempre,
tampoco importará que nos olviden,
pero en la arena el tiempo en que te invoco
las olas borran, locas e invisibles.
Yo me hundo como ustedes, compañeros,
la lágrima es mi prueba y lo inasible.
18 01 11
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