Temeroso e indeciso,
gira el viento en la plaza,
hojas secas y fantasmas,
ostias pálidas,
vino tinto.
No se atreven las campanas
al domingo dar inicio.
Una paloma, un cuervo,
no hay cura ni monaguillo.
Con paciencia y mucho brillo
esperan el hacha, el verdugo.
Hoy domingo no habrá misa.
Habrán muerte e injusticia.
Ahí la vienen, ahí la traen
a la madre que ha matado.
Su pecado fue matar
al matador de su amado.
Solo quiso defender
a quien siete hijos ha honrado,
a su hombre que valiente
su deshonra ha evitado.
Inevitable el domingo
por decreto ha empezado,
Ya el hacha se prepara
a su corte al rojo tinto.
Entre gritos de clemencia
van la abuela y siete niños.
Grita el viento en la plaza:
¡al carajo la justicia
de la ostia y vino tinto!
La paloma va al cielo
y el cuervo a su destino.
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