Cual soliloquio…
Cual soliloquio heraldo en tu cintura,
bella Dama, que asistes con tu claro
nervadura de amor cual es amaros,
en el doncel propuesto de tus ojos,
cual golondrina asesta de tus rosas
la turpitud que iguala tu sonrisa,
en otras llamas de amor, desdibuja
el sueño de tu Arte que reclama,
y en el pronto acudir de tu recelo
solícita devuelve las alturas,
que comanda la nieve en voces puras
cual coro de tus ángeles de lluvia,
inmersos en locuaces servidores,
de garantía núbil de palomas,
en el repuesto trance que dispara
otro nervio de azar que te sofoca,
y elude, cual la víspera no ataca
la sorda, la apacible noche oscura:
que fue fermento de Oro, si estrellada,
cual sola amable rosa bienamada,
en sesgo, si en dispar nuncia giralda
que besa con tu rostro el agua pura,
y evade su sonrisa en otros artes,
cual sola nieve entrante en tu figura,
desdobla su jinete cual ubicuo
fortalece tu gladio en solo albor;
recibe tu oro rojo en otra fuente,
cual color que cobrizo se levanta
de inhóspita llanura del ocaso,
para asir reverbero consensúa,
el distante silencio de tus pasos
que ahora abarca la miel de tus tributos
penetrando el sendero de otros calmos,
Latidos que idolatran de tus pechos,
cual en fortuna amante, mis acechos…
De esta pasión creciente, mi locura
ahora no responde en tu ternura…
Alejandro Rodrigo Flagel
Ya leíste: “La lira de tu voz”?
Búscala en la web!
No te la pierdas!
Cual soliloquio heraldo en tu cintura,
bella Dama, que asistes con tu claro
nervadura de amor cual es amaros,
en el doncel propuesto de tus ojos,
cual golondrina asesta de tus rosas
la turpitud que iguala tu sonrisa,
en otras llamas de amor, desdibuja
el sueño de tu Arte que reclama,
y en el pronto acudir de tu recelo
solícita devuelve las alturas,
que comanda la nieve en voces puras
cual coro de tus ángeles de lluvia,
inmersos en locuaces servidores,
de garantía núbil de palomas,
en el repuesto trance que dispara
otro nervio de azar que te sofoca,
y elude, cual la víspera no ataca
la sorda, la apacible noche oscura:
que fue fermento de Oro, si estrellada,
cual sola amable rosa bienamada,
en sesgo, si en dispar nuncia giralda
que besa con tu rostro el agua pura,
y evade su sonrisa en otros artes,
cual sola nieve entrante en tu figura,
desdobla su jinete cual ubicuo
fortalece tu gladio en solo albor;
recibe tu oro rojo en otra fuente,
cual color que cobrizo se levanta
de inhóspita llanura del ocaso,
para asir reverbero consensúa,
el distante silencio de tus pasos
que ahora abarca la miel de tus tributos
penetrando el sendero de otros calmos,
Latidos que idolatran de tus pechos,
cual en fortuna amante, mis acechos…
De esta pasión creciente, mi locura
ahora no responde en tu ternura…
Alejandro Rodrigo Flagel
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