Con voz marina
Ante la marina sombra, de noche coralina
congelados ocasos, de ferviente dulzura,
en oscuro letargo, incipiente y endrina
la voz de tu dialecto, el perfume y tu figura…
Nereida de flor, Náyade que ocultas
en tu bermejo estupor, la fiebre tan tardía
cuyo homenaje blasona, un sol de fantasía,
en la voz tan austera, crepúsculo, sepultas…
Bajo la fragancia que sueña con tu nombre,
tatuado en marejada, en azul distancia,
de fresca forma umbría, aletargando el ansia
tus frescos pechos, heraldos, que mi boca solombre…
En fresca algarabía, helado traspusiera
constante desazón, de tu boca en la mía:
palabra tan ungida, de mieles y porfía,
semántica agotaba, en dulce que muriera…
Mi boca en el letargo, que tu boca adoncella,
fragancia de Nenúfar, y cisne encarcelado,
de rotos oropeles, y sol, que bienamado
expone el oro al daño, tu sierpe me querella…
De tu boca el amparo, que ciega en otra estrella
la boca de nenúfar, que siento sólo en ella,
adusta, me engalana, y vuelve mejorana,
la sombra, magisterio, pueril y bataclana…
La Diosa de mi cisne, encarcelada estuvo
y asombra la marea, de la nieve que obtuvo,
distante de la nieve, coral no es de su risa,
privada en oropeles, que adopta en su sonrisa…
Neptuno me hizo flecha, del alga del Querube,
donde yo solo estuve, distante y contrahecho
hacia el perfil maltrecho, de tu boca que hube
de amar con sólo aquello, que buscas en tu pecho…
Dosel de mí traspuso, de su alabarda el yelmo,
bitácora se hunde, y no es buril que inflama
la cárcel de mi esmero, y el sordo que te ama,
glaseando de su risa, de su frescura, cuelmo…
Palabra que acredita, de tu cuerpo inflamado
en la boca suscita, del verbo enajenado,
palabra tan austera, con boca de antigualla,
en sombra tan ajena, ó noche que no calla…
Del borde de tu sombra, la risa es mi medalla,
ungida a sola brisa, del mérito avasalla,
en la boca que premia, unido a tu muralla,
de la prosa que versa, unida en tu batalla…
Unido cautiverio, de prisas en que estuve
ó contoneando incendio, la vida que amuralla,
la veste de mi claro, ó ardor mi sombra enhiesta,
proclive a dar silencio, mientras tu boca robe…
Pasiva, en tu sinergia, tu sombra en mi intelecto,
arguye de sol fausto, la noche en su defecto…
Ante la marina sombra, de noche coralina
congelados ocasos, de ferviente dulzura,
en oscuro letargo, incipiente y endrina
la voz de tu dialecto, el perfume y tu figura…
Nereida de flor, Náyade que ocultas
en tu bermejo estupor, la fiebre tan tardía
cuyo homenaje blasona, un sol de fantasía,
en la voz tan austera, crepúsculo, sepultas…
Bajo la fragancia que sueña con tu nombre,
tatuado en marejada, en azul distancia,
de fresca forma umbría, aletargando el ansia
tus frescos pechos, heraldos, que mi boca solombre…
En fresca algarabía, helado traspusiera
constante desazón, de tu boca en la mía:
palabra tan ungida, de mieles y porfía,
semántica agotaba, en dulce que muriera…
Mi boca en el letargo, que tu boca adoncella,
fragancia de Nenúfar, y cisne encarcelado,
de rotos oropeles, y sol, que bienamado
expone el oro al daño, tu sierpe me querella…
De tu boca el amparo, que ciega en otra estrella
la boca de nenúfar, que siento sólo en ella,
adusta, me engalana, y vuelve mejorana,
la sombra, magisterio, pueril y bataclana…
La Diosa de mi cisne, encarcelada estuvo
y asombra la marea, de la nieve que obtuvo,
distante de la nieve, coral no es de su risa,
privada en oropeles, que adopta en su sonrisa…
Neptuno me hizo flecha, del alga del Querube,
donde yo solo estuve, distante y contrahecho
hacia el perfil maltrecho, de tu boca que hube
de amar con sólo aquello, que buscas en tu pecho…
Dosel de mí traspuso, de su alabarda el yelmo,
bitácora se hunde, y no es buril que inflama
la cárcel de mi esmero, y el sordo que te ama,
glaseando de su risa, de su frescura, cuelmo…
Palabra que acredita, de tu cuerpo inflamado
en la boca suscita, del verbo enajenado,
palabra tan austera, con boca de antigualla,
en sombra tan ajena, ó noche que no calla…
Del borde de tu sombra, la risa es mi medalla,
ungida a sola brisa, del mérito avasalla,
en la boca que premia, unido a tu muralla,
de la prosa que versa, unida en tu batalla…
Unido cautiverio, de prisas en que estuve
ó contoneando incendio, la vida que amuralla,
la veste de mi claro, ó ardor mi sombra enhiesta,
proclive a dar silencio, mientras tu boca robe…
Pasiva, en tu sinergia, tu sombra en mi intelecto,
arguye de sol fausto, la noche en su defecto…
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