Escena 3
Julieta: -Debería arropar mis sandalias con el calor de la hierba mis pies celestes de amanecido júbilo, a encontrar de nuevo la hojarasca que nutra mi desvelo ó ahuyente la oscuridad, de este sombrío amanecer, para así resarcir mi camino que encuentre en el desvelo su prematuro cauce.
(Aparece de súbito, de entre la maleza):
Arlequín de ébano: -¡Oh suave belleza! Pueden tus pasos diáfanos aclarar aún más la hierba, pero mis enjutos ojos no declamarán a la aurora más que un sinfín de saludos apremiantes, por donde la destreza cae, a tu mirada de nieve!
Julieta: -¿Quién eres tú?
Arlequín de ébano: -Soy el Arlequín de ébano. Del bosque he surgido.
Julieta: -¿Qué haces aquí? Y con ese aspecto de madero pícaro… Se diría que cobraste vida de entre el agua cristalina, para asir a tu respecto la bruma de tus ojos, donde la miel de tu savia explora la fertilidad de mi caudal dormido, ó de silencio enamorado…
Arlequín de ébano: -Mis oscuros ojos no han visto otro amanecer más que el de hoy, dulce Sirena, y mis pasos acechaban tu distancia en el eco de esas caudalosas florecillas… Un relámpago me ha despertado!
Julieta: -¿Cobraste vida de la furia del cielo? ¿Porqué tus ojos parecen insatisfechos?
Arlequín de ébano: -Mis ojos nacen con un nuevo despertar. ¿Estás perdida?
Julieta: -Oh, no! Claro que no! Mis pasos pasean por el bosque, nada más…
Arlequín de ébano: -¿Qué llevas en esa canasta?
Julieta: -Ni el bálsamo de quietas sombras a tu acechanza de un légamo visceral cual novicias enlutadas de prósperas algarabías subterráneas, tus raíces de luto, podrán inaugurar una mirada hacia éstas espirales de mimbre, donde se consume mi diáfana prudencia…
Silencio del bosque: -Es noche ya, el capullo del alba reclinado con el viento, aletarga así los dóciles encantos de la bruma que lleva consigo Julieta, mas el peligro que nieva en su blancura desdeña del ocaso púrpura la marea de sus labios rojos en el incendio del alba y la celada clausura del despertar a su ciénaga, encanto de la expresiva forma extraña de un misógino semblante de madero pícaro ó nocturno velamen de inseguro aljófar…
Aurora: -Despide ya, Julieta el venablo de madera cual carmesí rotundo que provoca tu inquietud, madrugadora huella de perfume que no dora si no la más bestial de las increpancias dolorosas… Perderse en éste bosque cuando llega la tormenta es un loco asedio de púrpura engaño ó de grisácea nieve, tras el llanto del rubor de escandalosa figura…
Arlequín de ébano: -De verdad estoy curioso por el caudal de tu canasta.
Julieta: -No grita el tiempo manantial que fresco toma tu sauce cuando lloran mis pisadas. Aléjate, frío crepitar de vagas llamas que arquean la noche en su nocturno desvelo! Aléjate ya de mí y de mi canasta!
Arlequín de ébano: Mi mirada tierna recaudará el follaje tras otros pasos desvelados de la blanca aurora. Niega tu suspirar acelerado. Aletarga en sueños la promesa de mi despertar.
El bosque me declama. Hasta la vista, Princesa!
Julieta: -Las nubes negras ensamblan su semblante de osco porvenir. La luna ciega mi cálido rubor entre las gemas de mis ojos sufridos. Anega en llamas mi corazón perdido de silencio.
Hormiguitas: -Date prisa Julieta! La lluvia no tardará en caer! Llevamos a cuestas las últimas providencias a nuestro refugio donde el agua será una cálida sorpresa.
Orugas de los bosques: -Aclara tu toque de sirena blancura y dedal templado! No rasgues más tus vestimentas con el acelerado efluvio de ése demonio de insospechado semblante y presencia desvirtuada... Huye hacia tu casa, hermosa Julieta!
Julieta: -Estoy perdida en el bosque!
Conejitos y liebres del prado: -Nosotros te guiaremos. No recolectes más frutos. Síguenos, y presto lanzarás a tu verano el remanso quieto de un sol que, entre las sombras, bastará con su belleza.
Acto II
Coro: -La presa de tu voz es la mañana. Tela que dibuja con retazos sus hologramas de cálida aspereza y nocturno velamen. Ociosa espuma es a tu blanco resplandor, Julieta, el ocaso dulce de tu sofrenado despertar de gaviota malba. El oscuro remanso de un caudal de golondrinas, tras el estival estrado de pisadas de madera, arrearán el surco de tu nupcial estoque, y fruida esbeltez de paloma blanca. Goza un instante tu quietud, y sucumbe ante el delirio de las flores.
Pero alienta la persecución de un llanto desvirtuado el ocaso níveo de un ramaje oculto.
Miér Abr 17, 2024 4:52 pm por caminandobajolalluvia
» Déjame unir mi mano con la tuya...
Miér Abr 17, 2024 4:50 pm por caminandobajolalluvia
» Tu rostro...
Lun Abr 15, 2024 3:55 am por caminandobajolalluvia
» Memoria de tu luz, cuerpo bohemio...
Mar Abr 09, 2024 9:05 pm por caminandobajolalluvia
» Mi ciudad
Jue Abr 04, 2024 1:08 pm por caminandobajolalluvia
» Mujer -reclamo tus rosas-
Jue Abr 04, 2024 1:02 pm por caminandobajolalluvia
» La huella del amor...
Jue Abr 04, 2024 1:01 pm por caminandobajolalluvia
» Desnuda cadencia...
Jue Abr 04, 2024 12:59 pm por caminandobajolalluvia
» Son claveles...
Jue Abr 04, 2024 12:55 pm por caminandobajolalluvia