Persevero por tu amor y doy en el mismo clavo,
hago todo por amarte, no por mera costumbre.
Afortunado soy sin poseer ni un solo centavo
entre nubes me enalteces ya estoy en la cumbre.
La naturaleza te tiene envidia y en mí penetra,
nunca podré perder de la visión tu escultura,
la bella sirena va buscando mi mano maestra
pues más allá de la vista, hay mas hermosura.
Eres la mujer que enloquece, vaya qué paradoja
tu boca roja, labios escarlatas, roban mi sueño,
soñando en los besos hasta mi alma se deshoja,
las sonrisas que regalas, sé que no hay engaño.
Sinceridad es tu nombre y yo llevo como logo,
lo que opina diferente, tal vez hay uno cuanto,
en tu lealtad confío en desconfianza no me ahogo.
Pudorosamente amamos y no nos ahoga el llanto.
Vivo soñando despierto, queriendo que seas mía,
deseo cubrirme con la fronda de tu cabellera
también sueño con tu ósculo mientras dormía
cuánto admiro el lago azul de tu bella primavera.
En ese lago quieto, duerme mi humilde canoa,
dormita en idilios y muchos besos de amantes,
mientras con el viento yo suspiro en la proa,
queriendo besarte bajo la luna, cuanto ante.
Autor: Alcibíades Noceda Medina
hago todo por amarte, no por mera costumbre.
Afortunado soy sin poseer ni un solo centavo
entre nubes me enalteces ya estoy en la cumbre.
La naturaleza te tiene envidia y en mí penetra,
nunca podré perder de la visión tu escultura,
la bella sirena va buscando mi mano maestra
pues más allá de la vista, hay mas hermosura.
Eres la mujer que enloquece, vaya qué paradoja
tu boca roja, labios escarlatas, roban mi sueño,
soñando en los besos hasta mi alma se deshoja,
las sonrisas que regalas, sé que no hay engaño.
Sinceridad es tu nombre y yo llevo como logo,
lo que opina diferente, tal vez hay uno cuanto,
en tu lealtad confío en desconfianza no me ahogo.
Pudorosamente amamos y no nos ahoga el llanto.
Vivo soñando despierto, queriendo que seas mía,
deseo cubrirme con la fronda de tu cabellera
también sueño con tu ósculo mientras dormía
cuánto admiro el lago azul de tu bella primavera.
En ese lago quieto, duerme mi humilde canoa,
dormita en idilios y muchos besos de amantes,
mientras con el viento yo suspiro en la proa,
queriendo besarte bajo la luna, cuanto ante.
Autor: Alcibíades Noceda Medina
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