ésos que aquietan su vacío entre los bosques
asombrará la vespertina prisión de tus ojos
como el cielo
que abriga en su sudor
la melodía de los claros sortilegios.
Voces como vespertina canción de cánones envueltos
en la sombra
con desnudos arpegios,
la soledad
que ocupas en el
viento
desatenta prisión de álabes sedientos.
Tu boca es la canción que hace sonora la ausencia
y es el temor de llegar hasta las cumbres
levanta en ecos tu susurro y pierde en brumas
tu primera palabra de amor
entre las dunas...
Distancia el eco que cantaba en tu arrecife
las piernas tuyas vertían oleaje entre las aguas
y el silbido del viento despertó mi sola espuma
como un cabrío vergel nace en la espesura de la luna.
Moneda de alba,
has alcanzado la sonrisa
al esperanto
de la crucial esbeltez brillando en tus cabellos,
y nada el pez
y el pez es nada
y sombra la estrechez
de tus pupilas...
Como un esbelto lecho
donde miras...
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