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por julio madriaga Miér Dic 23, 2009 1:20 amComo una hoja que deriva con el viento
se desliza mi alma por la vida
como un barco que ha perdido su timón
y se deja arrastrar por las mareas.
No le pido ya mas nada al porvenir
el destino se abrirá ante mis ojos
dibujado en ese último mañana
que la suerte ya ha pintado para mí.
Hasta ayer discutía con el tiempo
para que pinte de colores mi camino
fui sembrando las semillas en la arena
de los frutos que deseaba saborear.
Caminando yo guardaba aquí en mi pecho
las auroras que extasiaron mis retinas
traté de grabar atardeceres
en los lugares más profundos de mi mente.
Para después, cuando llegue ese momento,
cuando las sendas de la vida se terminen
rescatarlos y gozarlos nuevamente
para marcharme feliz de haber vivido.
Lástima que nunca imaginé
que la vida no es tan solo primaveras
que el invierno llegaría así de pronto
arruinando mi cajita de colores.
Las heladas apagaron todo el fuego
que llevaba encendido aquí en el pecho
una ráfaga de viento destruyó
al amor que era mi fuente de energía.
Todos los castillos que he creado
se me fueron poco a poco derrumbando
con ellos se me fueron los recuerdos,
simplemente se perdieron en el tiempo.
Es por ello que camino sin apuro
aceptando lo que tenga que vivir
esquivando las espinas del camino
para al menos no sufrir nuevas heridas.
Bebo de las aguas cristalinas
que las fuentes vierten raudas ante mí
disfruto de ese sol que en la mañana
acaricia entibiándome la piel.
Y sueño simplemente que este río
que me arrastra lentamente a mi final
mantenga la calma de su cauce
y me lleve suavemente a mi destino.
se desliza mi alma por la vida
como un barco que ha perdido su timón
y se deja arrastrar por las mareas.
No le pido ya mas nada al porvenir
el destino se abrirá ante mis ojos
dibujado en ese último mañana
que la suerte ya ha pintado para mí.
Hasta ayer discutía con el tiempo
para que pinte de colores mi camino
fui sembrando las semillas en la arena
de los frutos que deseaba saborear.
Caminando yo guardaba aquí en mi pecho
las auroras que extasiaron mis retinas
traté de grabar atardeceres
en los lugares más profundos de mi mente.
Para después, cuando llegue ese momento,
cuando las sendas de la vida se terminen
rescatarlos y gozarlos nuevamente
para marcharme feliz de haber vivido.
Lástima que nunca imaginé
que la vida no es tan solo primaveras
que el invierno llegaría así de pronto
arruinando mi cajita de colores.
Las heladas apagaron todo el fuego
que llevaba encendido aquí en el pecho
una ráfaga de viento destruyó
al amor que era mi fuente de energía.
Todos los castillos que he creado
se me fueron poco a poco derrumbando
con ellos se me fueron los recuerdos,
simplemente se perdieron en el tiempo.
Es por ello que camino sin apuro
aceptando lo que tenga que vivir
esquivando las espinas del camino
para al menos no sufrir nuevas heridas.
Bebo de las aguas cristalinas
que las fuentes vierten raudas ante mí
disfruto de ese sol que en la mañana
acaricia entibiándome la piel.
Y sueño simplemente que este río
que me arrastra lentamente a mi final
mantenga la calma de su cauce
y me lleve suavemente a mi destino.
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