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por Aletargado en sombras la cúspide celeste, fragua la mirada del locuaz que orquesta la orquídea que perfuma la silueta, tu mirada.
Océano. Descalza. La luna embebe tu tejido de fructil rebarba, oriundo de tu faz, la luna engendra tu destello de rosa inmaculando la centella dorada.
De tu cúspide soleada, la voz hecha palabra se acentúa en tu verso, solitaria. Esculpe la mirada del ocaso. Se puebla en el abrazo de mil noches. Campana de cuenca oscura, sutil remanso umbrío. La flor que delicada en noches siembra verdes presagios y atares delicados con la soltura, el frenesí de semillas preparadas, para vestir un vestido de rosa ceremonia, y blancos senderos.
El viento, la ola, la espuma, el sueño aéreo. Nubla mi preciso instante perfumado de sola luz, abanico delgado que se nubla.
Y el sol en la mirada de las ostras, enjuta el archipiélago celeste,
y levanta un frenesí campestre, de doradas brumas, alientos, navegantes.
Un costado que arropa al desnudo charco de insomnio en la noche obscura, ó en la diáfana espesura de tus labios semiabiertos.
Hasta que mordí tu boca hambriento de nostalgias y tu reverbero de fauces sedientas acapararon mi volátil ensoñación de alba descubierta.
Océano. Descalza. La luna embebe tu tejido de fructil rebarba, oriundo de tu faz, la luna engendra tu destello de rosa inmaculando la centella dorada.
De tu cúspide soleada, la voz hecha palabra se acentúa en tu verso, solitaria. Esculpe la mirada del ocaso. Se puebla en el abrazo de mil noches. Campana de cuenca oscura, sutil remanso umbrío. La flor que delicada en noches siembra verdes presagios y atares delicados con la soltura, el frenesí de semillas preparadas, para vestir un vestido de rosa ceremonia, y blancos senderos.
El viento, la ola, la espuma, el sueño aéreo. Nubla mi preciso instante perfumado de sola luz, abanico delgado que se nubla.
Y el sol en la mirada de las ostras, enjuta el archipiélago celeste,
y levanta un frenesí campestre, de doradas brumas, alientos, navegantes.
Un costado que arropa al desnudo charco de insomnio en la noche obscura, ó en la diáfana espesura de tus labios semiabiertos.
Hasta que mordí tu boca hambriento de nostalgias y tu reverbero de fauces sedientas acapararon mi volátil ensoñación de alba descubierta.
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» Mujer -reclamo tus rosas-