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por IGNACIO LUIS ROLANDO LOPE Miér Jul 14, 2010 10:12 am EL VIEJITO.
Después de la pubertad, se arriba a la madurez.
Y depende de cada quien, cuando llegue la vejez.
Una vida licenciosa, disoluta, viciosa, libertina.
Irremisiblemente, llevan al hombre ¡A su ruina!
Cuando se alcanza la sensatez, aparece un viejito,
con pasos vacilantes, de gran petaca y bastoncito.
Donde quiera que uno vaya y hágase lo que se haga,
con su lento y encorvado caminar, nos acompaña.
Al correr de los años, el aparecido Acompañante,
caminando a cortos pasos, no estará tan distante.
Y a medida que la tierra gire, irá acercándose más.
Es el inexorable tiempo, del que nadie puede escapar.
Dime mujer, tú que hoy eres liadísima y preciosa.
¿Quieres ser un monstruo, de formas horrorosas?
Por tu gula, por tu desidia de no hacer ejercicios
y por dedicarte en exceso, a los placeres y vicios.
¿Por qué dejarte alcanzar, del viejito que te persigue?
Con arrastrado y tembloroso caminar ¡Que no se rinde!
¿O quieres que te alcance y convertirte en un fantasma,
de lo que fueron tu belleza, porte, gracia y tu elegancia?
El quid de la longevidad, está ¡En no dejarse alcanzar!
En hacer cotidianos ejercicios, en flexionar y caminar.
En vitaminizarse y apartarse de trasnochadas y vicios.
Para que no nos alcance el incansable y jibudo viejito.
En no olvidarte, que el hombre es cuerpo y es mente.
Que además de ejercitarte, se cuida el subconsciente.
Mandando optimistas y diarios mensajes al cerebelo;
de que siempre serás joven y nunca estarás enfermo.
Que cuando estés haciendo tus perpetuos ejercicios.
Y la pereza te diga, que es muy grande el sacrificio.
Vuelvas a ver, por encima de un hombro….Despacito.
Y verás, que poco falta para que te alcance ¡El Viejito!
Después de la pubertad, se arriba a la madurez.
Y depende de cada quien, cuando llegue la vejez.
Una vida licenciosa, disoluta, viciosa, libertina.
Irremisiblemente, llevan al hombre ¡A su ruina!
Cuando se alcanza la sensatez, aparece un viejito,
con pasos vacilantes, de gran petaca y bastoncito.
Donde quiera que uno vaya y hágase lo que se haga,
con su lento y encorvado caminar, nos acompaña.
Al correr de los años, el aparecido Acompañante,
caminando a cortos pasos, no estará tan distante.
Y a medida que la tierra gire, irá acercándose más.
Es el inexorable tiempo, del que nadie puede escapar.
Dime mujer, tú que hoy eres liadísima y preciosa.
¿Quieres ser un monstruo, de formas horrorosas?
Por tu gula, por tu desidia de no hacer ejercicios
y por dedicarte en exceso, a los placeres y vicios.
¿Por qué dejarte alcanzar, del viejito que te persigue?
Con arrastrado y tembloroso caminar ¡Que no se rinde!
¿O quieres que te alcance y convertirte en un fantasma,
de lo que fueron tu belleza, porte, gracia y tu elegancia?
El quid de la longevidad, está ¡En no dejarse alcanzar!
En hacer cotidianos ejercicios, en flexionar y caminar.
En vitaminizarse y apartarse de trasnochadas y vicios.
Para que no nos alcance el incansable y jibudo viejito.
En no olvidarte, que el hombre es cuerpo y es mente.
Que además de ejercitarte, se cuida el subconsciente.
Mandando optimistas y diarios mensajes al cerebelo;
de que siempre serás joven y nunca estarás enfermo.
Que cuando estés haciendo tus perpetuos ejercicios.
Y la pereza te diga, que es muy grande el sacrificio.
Vuelvas a ver, por encima de un hombro….Despacito.
Y verás, que poco falta para que te alcance ¡El Viejito!
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