Padrenuestro, que estás en los cielos,
no te olvides de que cuentas con nosotros,
somos pobres, somos ruines, somos dignos
y también la eternidad la compartimos con tu ceño.
No se trata de enjuiciar a nadie,
sólo queremos que sepas que te oímos,
que no siempre obedecemos o aceptamos,
pero en tu día triste simplemente callaremos
y un abrazo y a enjugar aquellas lágrimas vacías.
Y a decir ante las ruinas Dios lo quiere o bien los hombres
y alguno de los dos o bien los dos han de saber qué es lo que hacen.
No se trata de pedirte alguna cosa,
sabemos que en silencio nos escuchas
y que, aunque a veces tu voz es viento en un desierto,
tu palabra nos toca en cada acto día y noche.
Sabemos que también te sientes solo
y crees en nosotros como sea,
con gritos, con piedad, con un silencio
como el de aquel temblor del cielo un viernes santo.
Se trata simplemente de que entiendas
que hay un trozo de pan y un pez por cada duda,
una aguja en que hasta pasa un elefante
y un paño en que secar tu duro rostro.
Padrenuestro, si no estamos en los cielos,
ya sabes pues que es por que
tú te has hecho uno más entre nosotros.
Acá otro cielo crearemos puño a puño,
un reino con coronas para todos,
hasta entonces nunca olvides nuestros nombres,
del mal luego hablaremos,
por hoy es el amor el que te ofrecen nuestras manos.
11 03 10
no te olvides de que cuentas con nosotros,
somos pobres, somos ruines, somos dignos
y también la eternidad la compartimos con tu ceño.
No se trata de enjuiciar a nadie,
sólo queremos que sepas que te oímos,
que no siempre obedecemos o aceptamos,
pero en tu día triste simplemente callaremos
y un abrazo y a enjugar aquellas lágrimas vacías.
Y a decir ante las ruinas Dios lo quiere o bien los hombres
y alguno de los dos o bien los dos han de saber qué es lo que hacen.
No se trata de pedirte alguna cosa,
sabemos que en silencio nos escuchas
y que, aunque a veces tu voz es viento en un desierto,
tu palabra nos toca en cada acto día y noche.
Sabemos que también te sientes solo
y crees en nosotros como sea,
con gritos, con piedad, con un silencio
como el de aquel temblor del cielo un viernes santo.
Se trata simplemente de que entiendas
que hay un trozo de pan y un pez por cada duda,
una aguja en que hasta pasa un elefante
y un paño en que secar tu duro rostro.
Padrenuestro, si no estamos en los cielos,
ya sabes pues que es por que
tú te has hecho uno más entre nosotros.
Acá otro cielo crearemos puño a puño,
un reino con coronas para todos,
hasta entonces nunca olvides nuestros nombres,
del mal luego hablaremos,
por hoy es el amor el que te ofrecen nuestras manos.
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