Río de alegría o de dolor y me exacerbo,
gano arrugas, mientras no duermo.
Algunos se preguntarán,
¿a qué se debe mi conducta asocial?
E imagino que sabrán
que mientras no duermo... vivo,
y mientras vivo, enloquezco.
Observo los movimientos
cotidianos, de ciudad,
mientras que me asiento
en la más sombría soledad
no sólo de mi ser,
si no de mi gran entorno...
Y ahí es cuando me detengo,
y no sé por qué,
pero extrañamente te pienso.
Y vuelvo a imaginar,
mi vida en la tierra,
mi tortura en el corazón,
no lo niego, no, no...
Las ganas de correr inundan mi ser
hundida en la más cruda interrogación,
porque no estás en mis pasos,
porque sinuosamente te vas
y lejos de mí, te acercas
me encadenas a ti,
y surge el elíxir, y revitalizo
cada una de esas líneas muertas
o vivas, quizás,
que cada día me trastornan,
me alegran el día, me apresan,
y
me hacen delirar, de verdad.
Vuelvo a caer en el laberinto sin salida
ese en el que siempre te andas,
haciendo las cosas bien,
y a veces mal,
para reír o fracasar.
Sabes esconder la luna
y la sabes regalar.
Pero cuando te pienso,
ansío nunca sentir el miedo, no...
el nerviosismo congénito
que se me genera cuando me hablas.
Lo sé, es curioso, es hermoso, hermoso.
No es nada malo, es habitual
en entes como yo, esquizos, quizás,
pero siento que deliro, no,
Alucino, leyendo, sí,
Tu vida, la mía.
¿Qué más dá?
No te debe doler la cabeza,
normal, normal.
Siniestra Nostram.
gano arrugas, mientras no duermo.
Algunos se preguntarán,
¿a qué se debe mi conducta asocial?
E imagino que sabrán
que mientras no duermo... vivo,
y mientras vivo, enloquezco.
Observo los movimientos
cotidianos, de ciudad,
mientras que me asiento
en la más sombría soledad
no sólo de mi ser,
si no de mi gran entorno...
Y ahí es cuando me detengo,
y no sé por qué,
pero extrañamente te pienso.
Y vuelvo a imaginar,
mi vida en la tierra,
mi tortura en el corazón,
no lo niego, no, no...
Las ganas de correr inundan mi ser
hundida en la más cruda interrogación,
porque no estás en mis pasos,
porque sinuosamente te vas
y lejos de mí, te acercas
me encadenas a ti,
y surge el elíxir, y revitalizo
cada una de esas líneas muertas
o vivas, quizás,
que cada día me trastornan,
me alegran el día, me apresan,
y
me hacen delirar, de verdad.
Vuelvo a caer en el laberinto sin salida
ese en el que siempre te andas,
haciendo las cosas bien,
y a veces mal,
para reír o fracasar.
Sabes esconder la luna
y la sabes regalar.
Pero cuando te pienso,
ansío nunca sentir el miedo, no...
el nerviosismo congénito
que se me genera cuando me hablas.
Lo sé, es curioso, es hermoso, hermoso.
No es nada malo, es habitual
en entes como yo, esquizos, quizás,
pero siento que deliro, no,
Alucino, leyendo, sí,
Tu vida, la mía.
¿Qué más dá?
No te debe doler la cabeza,
normal, normal.
Siniestra Nostram.
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